Más allá del PIB
La búsqueda del otro desarrollo simplemente significa la revalorización del trabajo y del papel de la Naturaleza
Gabriel Loza
La narrativa centrada en el PIB y en su crecimiento como variable para medir el bienestar y el éxito económico ha ido siendo desplazada por un enfoque más amplio que incluye la distribución del ingreso (la equidad) y la reducción de la pobreza, lo que ha venido a llamarse “crecimiento inclusivo”, dando lugar a los indicadores de desarrollo humano (IDH).
Sin embargo, cuando se analizan las determinantes del crecimiento, la literatura económica se centra en los llamados factores de producción como el capital, el trabajo y la tierra. Posteriormente los modelos han tendido a sustituir el factor trabajo por el factor capital humano, entendido como habilidades especializadas, a mantener el capital físico o tangible (K) y poner excesivo énfasis en la tecnología. Así, el progreso técnico y, por ende, el crecimiento de la economía es conducido por el sector que invierte en investigación (I+D), el cual está motivado por los incentivos del mercado.
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Dos son las principales derivaciones de estos modelos: a) el progreso tecnológico proviene de una actividad de I+D intencionada, por lo que tiene que ser recompensada por un tipo de monopolio; y b) el crecimiento sería ilimitado puesto que “si la economía no sufre sequía de ideas, a largo plazo la tasa de crecimiento no tiene por qué dejar de ser positiva”. Así no fue un olvido del factor trabajo clásico y el énfasis a que la nueva tecnología favorecía cada vez más a los trabajadores más educados, el llamado cambio tecnológico sesgado por las habilidades. Sin embargo, resulta que ahora con la Inteligencia Artificial (IA) hasta los trabajos altamente calificados pero rutinarios, como el procesamiento de datos y otros, serán también desplazados. Entonces, ¿hacia dónde va el cambio tecnológico?, ¿a quién beneficia?, aparte del grupo de grandes empresas tecnológicas que lo controlan
Tampoco es un simple olvido del “factor tierra” que no solo Malthus se preocupó por sus límites en cuanto a la producción de alimentos frente al crecimiento de la población, o el gran llamado de atención del Club de Roma en 1970 con los límites del crecimiento, que daba una esperanza de vida del planeta hasta 2070 si se seguía al ritmo del deterioro del medio ambiente y del agotamiento de los recursos, puesto que según los modelos endógenos: “A medida que surgen los límites, los superamos con más I+D”. Así, para la nueva narrativa, el deterioro del medio ambiente y el cambio climático que puede llegar a ser catastrófico es un problema de “des-economía externa” o un posible riesgo que se puede enfrentar con impuestos o con tecnología verde y bancos verdes.
La búsqueda del otro desarrollo simplemente significa la revalorización del trabajo y del papel de la Naturaleza. Los indicadores de bienestar, como en la OECD, ponen énfasis en el balance vida-trabajo, de la importancia de la realización y satisfacción del trabajo, la disminución de la jornada laboral, la inclusión de equidad de género, la valorización del trabajo de cuidados y de la casa como contribución a la actividad económica que el PIB ignora.
El rol de la Naturaleza hasta el Foro Económico Mundial lo ha revalidado con la inclusión del concepto de déficit ecológico, que significa tomar en cuenta los costos en el medio ambiente y la ecología que genera el crecimiento del PIB, que gastamos más recursos naturales que los que podemos reponer.
Sin embargo, fue en el Norte con el otro desarrollo, con el decrecimiento, la economía ecológica de los comunes y los cuidados, que volvió el ser humano a ser el centro junto con la Naturaleza en un espacio finito que se deteriora cada vez más. Será en su influencia en el Sur donde se fusiona con las cosmovisiones originarias y se formalice con el “buen vivir” en la Constitución del Ecuador o el “vivir bien”, en la de Bolivia, que proponga no solo la satisfacción de las necesidades materiales e inmateriales, sino el requisito previo de armonía con la comunidad y la naturaleza.
En mi libro reciente: Mas allá del PIB: el otro desarrollo, examino los límites del crecimiento basado en el PIB y el cambio tecnológico por sus efectos adversos en el bienestar, en el trabajo y en el riesgo climático, y la búsqueda del “otro desarrollo”, centrado en el bienestar pluridimensional, que equilibre el crecimiento económico inclusivo con el medio ambiente y con la realización en el trabajo.
(*) Gabriel Loza Tellería es economista, cuentapropista y bolivarista