Icono del sitio La Razón

Todos los bancos centrales del mundo venden oro

pablo_rossell_arce.jpg

Pablo Rossell Arce

…y todos los bancos del mundo compran oro. Es parte de su razón de ser. Me he formado en economía y no me sorprende mucho el apego que el común de la gente tiene a las reservas en oro del Banco Central de Bolivia, finalmente el oro es un material súper valioso, revistas infantiles y programas de dibujos animados nos muestran miles de imágenes que asocian el oro con la riqueza desde la más tierna infancia y el símbolo no se queda ahí, googlee usted imágenes para riqueza y le aparecerán lingotes de oro, monedas de oro, billetes y más monedas de oro…

Desde ese punto de vista, es comprensible que cuando el Gobierno promulga una ley que habilita la venta y compra del oro, mucha gente cree que se trata de “las joyas de la abuela” y que son “el último recurso” que debemos usar para “casos de emergencia”.

Lo que no me parece muy comprensible es que reputados economistas con decenas de seguidores en redes sociales se suban a ese tren, pero cada quien rinde cuentas a su conciencia.

Pero vayamos por partes: ¿qué son las reservas internacionales del Banco Central? Según el propio Banco Central, las RIN son un medio de pago cuyo saldo aumenta o disminuye por las diferentes transacciones que el sector público y privado realizan con el resto del mundo: comercio exterior y remesas familiares principalmente en la cuenta corriente de la balanza de pagos; desembolsos y amortizaciones de deuda externa e inversión extranjera en la cuenta financiera. Es decir, que es una cuenta que se mueve en función de las operaciones comerciales y financieras del país con el resto del mundo.

Lea también: Alfabetización financiera 2.0

Bolivia —por un conjunto de elementos que ameritan toda una sección de economía internacional— no tiene una moneda reconocida para pagar nuestras importaciones desde China o India. Así que estamos obligados a mantener un nivel de reservas en monedas aceptadas internacionalmente para pagos y cobros de comercio exterior, además de oro.

Vivimos un momento muy particular de cambios en las relaciones económicas internacionales, que tiene sus raíces en sucesos prepandemia, pero que la guerra de Ucrania ha exacerbado.

La primacía del dólar como principal moneda para el comercio y las finanzas internacionales hoy por hoy no está en duda. Pero los retos que gran parte del mundo enfrenta en este mundo de guerra y pospandemia motivan que varias zonas geoeconómicas se planteen alternativas con otras monedas. Por ejemplo, Rusia exigió que Europa pague por su gas en rublos; Arabia Saudita está abierta a la posibilidad de vender su petróleo en yuanes y Argentina y Brasil están analizando la opción de una moneda común.

La fase actual de las relaciones económicas internacionales ha afectado al comercio internacional del país y de la región de maneras atípicas y, en última instancia, eso se refleja en los movimientos de reservas internacionales —incluyendo el oro. Es decir que la volatilidad de las operaciones de comercio y finanzas internacionales ha ocasionado fluctuaciones significativas en las reservas internacionales de los países de la región y muchos de ellos han modificado sus reservas —incluso en oro—, de acuerdo con sus requerimientos de liquidez.

Por ejemplo, las reservas en oro de México disminuyeron en $us 900 millones entre mayo y octubre de 2022 y luego se incrementaron en algo más de $us 1.000 millones hasta enero de 2023, para bajar otros 400 millones hasta febrero de este año. Perú, por su parte, vendió oro de sus reservas por $us 200 millones entre mayo y octubre de 2022 y luego compró otros 200 millones entre octubre y diciembre de ese año. Sin que nadie eche el grito al cielo por ello. Parte del sostenimiento de la estabilidad macro y externa consiste en que los bancos centrales operen con todos los componentes de sus reservas. Está entre sus funciones. No hay que entrar en pánico por eso y no hay que enojarse tampoco.

Posdata. He iniciado este texto indicando que me formé en economía, en la Universidad Católica, para mayor precisión. En estos momentos en que la Iglesia Católica está obligada a rendir cuentas sobre los casos de pederastia, mi solidaridad está con las víctimas, mi apoyo está con exalumnos y alumnas de colegios católicos que colectan firmas para exigir justicia y desde este espacio va mi pronunciamiento para que todos los responsables, incluyendo los encubridores, enfrenten la Justicia ordinaria.

(*) Pablo Rossell Arce es economista