Thursday 25 Apr 2024 | Actualizado a 17:32 PM

Carlos III o la paciencia galardonada

/ 13 de mayo de 2023 / 13:28

El pasado 6 de mayo, millones de curiosos en el mundo siguieron —en vivo—, pegados a sus televisores los unos y soportando una llovizna en las calles aledañas a la abadía de Westminster. Los otros, todo detalle de la ceremonia de coronación de Charles Mountbatten-Windsor (Carlos III); es el heredero al trono, donde también su madre Elizabeth II recibió el cetro, 70 años antes.

El trayecto de Buckingham Palace hasta el abadengo de la pareja real en aquella carroza dorada jalada por ocho corceles blancos. Así, rememoraba las glorias milenarias que persisten tercamente en la modernidad.

Horas antes comenzaron a llegar los 2.200 invitados, ataviados con sus mejores galas. Entre ellos, destacaban dignatarios de países amigos, particularmente miembros de la Mancomunidad Británica.

Sin embargo, los grandes protagonistas fueron los sumos sacerdotes anglicanos que dirigieron los ritos ancestrales del acto en rigurosa coreografía litúrgica. Ante eso, el resto de los mortales parecían obedientes marionetas prestas a seguir un libreto previamente ejercitado. Carlos fue varias veces vestido y desvestido, con tiaras, capas y casullas, incluyendo igual túnica dorada a la que lució Charles II en 1661.

Otra secuencia divertida fue la entrega de diversos trebejos argentados a sus manos, todos de misterioso simbolismo, tan obscuro como los adminículos de brujería medioeval. Al cabo de esa interminable calistenia, pensé en voz alta “tanta parafernalia y oropel, para tan poco poder”.

Cuando por fin el arzobispo de Canterbury colocó la corona enjoyada en la testa del impetrante; este respiró satisfecho por haber esperado largos años ese inefable momento; mientras aburrido creía con fastidio que su madre era inmortal y que pervivía largo, deliberadamente, para molestarlo.

También puede leer: Las grandes fechas en la vida de Carlos III

Ese instante, en verdad lo convertía “por la gracia de Dios del Reino Unido, Canadá y sus otros Dominios y Territorios, Rey, guía de la Mancomunidad, defensor de la fe” y jefe de Estado de 14 naciones en cuatro continentes, aunque aquellos títulos tengan mera connotación metafórica. Mas tarde le correspondió a Camila Parker Bowles ascender desde amante furtiva hasta Reina de hecho y de derecho; confirmando la queja de la malograda Diana cuando reveló que en su matrimonio “eran tres”.

¿Pero más allá de la fatalidad biológica, qué otros atributos (si alguno) tiene ese personaje de majestuosa suerte? Se lo conoce como cultor de la música clásica e intruso opinador en temas controvertidos como la medicina alternativa; y la agricultura orgánica que defiende o la arquitectura moderna que desprecia, patrocinador de las habilidades artesanales y de reivindicaciones ecologistas.

En su entorno familiar ha sobrellevado episodios escabrosos que dañaron su popularidad; particularmente por la ruptura nupcial con la altamente querida Princesa Diana, cuya trágica muerte acrecentó la imagen negativa de la monarquía, hoy criticada hasta por su propio hijo Harry en su best-seller autobiográfico Spare (El suplente).

El acontecimiento

El acontecimiento fue también motivo de competencia en los trajes que lucían las nobles damas, entre la que se destacó por la frescura de su beldad juvenil Kate Middleton, esposa del príncipe William, en comparación con la piel de la flamante reina, arrugada cruelmente por el tiempo.

El costo-beneficio de la coronación sigue en debate, citándose 110 millones de euros como suma exorbitante, aunque los 250.000 visitantes que atrajo la jornada podrían haber dejado solidos réditos al comercio e industria turísticas. Por añadidura, la multitud que aclamó al nuevo rey, por su número y su fervor patriótico, constituye eslabón importante en el ansiado afianzamiento de la monarquía que dejó en franca minoría a sus impugnadores.

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Rusia: el motín contra Putin

/ 8 de julio de 2023 / 02:10

Desde que Vladimir Putin asumió el 31 de diciembre de 1999, el mando supremo de la Federación Rusa jamás tuvo que enfrentar semejante desafío como aquel de la noche del 23 de junio pasado, cuando una columna de blindados sostenida por 25.000 combatientes se dirigía hacia Moscú, luego de haber tomado control total de Rostov sobre el Don, en medio del conflicto bélico con Ucrania. Era la milicia Wagner que encabezada por Eugeny V. Prigozhin reclamaba justicia, protestando contra el ministro de defensa, Serguei Shoigú, a quien junto a la jerarquía militar los culpaba de la mala conducción de la guerra y por el sabotaje que sufría su legión ante la falta de aprovisionamiento de pertrechos y municiones en el frente de batalla, que culminó con la cesación de sus servicios con fecha 31 de julio de 2023, privándole de un ingreso de $us 1.000 millones anuales. Es más, el iracundo jefe mercenario acusaba a Shoigú por el reciente bombardeo de sus bases que dejó muertos y heridos entre sus filas. Desde meses atrás, Prigozhin atacaba abiertamente a éste y al jefe de Estado Mayor, Valeri Guerassimov, ante la tolerancia del presidente Putin, actitud que se asumía como tácito apoyo. Pero pasar de sus invectivas verbales a la conquista militar de territorios y a la amenaza de capturar la capital del país, se asemejaba más a un golpe de Éstado (que él negaba enfáticamente) que a una querella interna. Obligado por las circunstancias, en el primer mensaje a la nación pronunciado por Putin, se tildaba la acción como traición a la patria, la cual sería severamente castigada. Sin embargo, horas más tarde, ocurrió cual milagro un arreglo in extremis cocinado por el dictador de Bielorrusia Alexandre Lukashenko, oficiando de mediador: Prigozhin daría marcha atrás y se exiliaría en Minsk junto a su tropa y Putin dejaría sin efecto los cargos en su contra, permitiendo además que sus hombres se integren a las fuerzas regulares rusas. En su segunda intervención, Putin se felicita de haber evitado una guerra civil y hace alusión a la revolución bolchevique de 1917 que no solamente derrocó al imperio zarista, pero que también obligó a Rusia a firmar esa paz humillante con Alemania, implicando curiosa analogía del pleito con Ucrania. Final feliz que deja algunas interrogantes. ¿Toda esa rebelión para no obtener resultado alguno? Mi análisis personal y datos esporádicos captados, me hacen pensar que Prigozhin contaba con la complicidad de altos oficiales rusos que debían plegarse al motín pero que a último momento desistieron. Apoya mi hipótesis la peculiar circunstancia que una fuerza notoria como Wagner hubiese podido llegar tan cerca a Moscú sin obstáculo alguno. Por añadidura, las primeras reacciones en Occidente fueron de sorpresa, salvo en Washington donde —según despachos de prensa— ya se tenía noticia del alzamiento desde el miércoles 21. En el contorno externo, las consultas telefónicas de emergencia se multiplicaron entre París, Berlín, Londres y Bruselas y el presidente Biden se precipitó, sin que nadie lo hubiese aludido, a declarar que Estados Unidos era totalmente ajeno al problema. No obstante, el jolgorio fue global, particularmente en Kiev, donde se presumía el quiebre total del adversario. Ahora falta por conjeturar las medidas por venir. ¿El poder de Putin estará seriamente averiado? o ¿quizá más bien será esta la oportunidad para desatar una feroz purga, habitual en la historia política de Rusia? En el frente exterior, Putin deberá demostrar mayor empuje hacia negociaciones de paz, para mitigar su deteriorada imagen.

En cuanto a Wagner, privado de las millonarias dotaciones que recolectaba del tesoro moscovita, se supone que continuará sus aventuras africanas en Mali, República Centroafricana y Sudán, donde su control en la explotación de oro y otros recursos le ofrecen alto rendimiento.

En tanto que se especula que Eugeny Prigozhin en Bielorrusia, es un muerto que aún camina.

Carlos Antonio Carrasco es doctor en Ciencias Políticas y miembro de la Academia de Ciencias de Ultramar de Francia.

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Vargas Llosa vs García Márquez

/ 24 de junio de 2023 / 07:59

El presentador de televisión Jaime Bayly entregó recientemente su novela Los genios, publicada y difundida por Galaxia Gutenberg de Barcelona en modesto formato de 238 páginas, que circula profusamente en España, Estados Unidos y Latinoamérica, con marcado éxito editorial.

Se trata del documental novelado o de la novela documentada acerca de la amistad primero y el odio visceral después surgido entre dos premios Nobel, príncipes de las letras hispanoamericanas que el autor eleva a la categoría de genios.

Desde que los laureados se conocieron en Caracas en 1967 cultivaron una entrañable amistad, compadrería y complicidad familiar, hasta que 10 años más tarde, en febrero de 1976, Mario Vargas Llosa le propinó feroz trompada a Gabriel García Márquez en un teatro de la ciudad de México, derribándolo al suelo con un ojo morado y la nariz rota, al tiempo que le gritaba: “Esto por lo que le hiciste a Patricia”.

Patricia

Hasta aquí, la narrativa oficial que sirve a Bayly para dar rienda suelta a su imaginación, usando su atildada pluma para edificar aquel enjambre de situaciones reales algunas y fantasiosas las más, acerca de las ocultas razones que indujeron al Nobel peruano a protagonizar ese pugilato nada académico.

Bayly mantiene latente la trama para conservar el secreto hasta las últimas páginas de su obra que entretanto le permite dar cabida a autores del boom latinoamericano como Julio Cortázar, Carlos Fuentes y otros de la liga menor como Julio Ramón Rivero, Jorge Edwards y Alfredo Bryce Echenique, con quienes la vinculación afectiva de los genios es de solidaridad irreprochable.

También ofrece espacio con algún y otro motivo a Octavio Paz, Pablo Neruda y Álvaro Mutis.

Sorprende el fatigante acopio de precisiones geográficas, toponímicas y cronológicas para apoyar sus lucubraciones que muestran minuciosa investigación de los hechos que describe.

También incluye detalles sobre la dinámica agente de los genios, la catalana Carmen Balcells, y de los emolumentos con que paga los libros que le confían esos geniales prosistas, quienes evolucionan desde la pobreza franciscana hasta la categoría de millonarios, o como se autocalificaba García Márquez de ser “un pobre con plata”.

Entre Vargas Llosa y García Márquez

Tan prolija es la recopilación de aquellos derechos de autor que parece la memoria contable de un inspector de impuestos. La mayor parte de los relatos se concentran en Vargas Llosa y sus lujuriantes arremetidas matrimoniales, primero con su tía Julia y luego con su prima hermana Patricia, a quien abandona cargada de sus tres hijos para enredarse con la modelo limeña Susana Díez Canseco, frescamente conocida en el barco de retorno al Perú.

Pero bastan unos meses para que Vargas Llosa aspire contrito retornar a los brazos de Patricia. Entretanto el ligamen de la pareja con García Márquez y su esposa Mercedes crece en intimidad y es ahí donde empieza a desenvolverse el ovillo de la trama, porque estando en instancias de divorcio Gabriel estimula ese quiebre y acepta complacido los avances de Patricia, con quien medio borracha ocupan una habitación en el hotel próximo al aeropuerto de Barcelona.

Ahí surge el dilema shakesperiano en Gabriel: consumir el acoplamiento sexual o mantener la lealtad hacia su compadre Vargas Llosa. En esas líneas Bayly quiere dejar la duda en el lector, sin embargo, es inútil pensar que Patricia se exhiba desnuda sin provocar en el autor colombiano ni siquiera un coitus ad portas.

Vargas Llosa había perdonado a Patricia su fugaz amasiato con su mejor amigo, pero cuando ésta le declara que Gabriel era un amante exquisito, su orgullo herido fue suficiente combustible para que presa de incontenible odio, agrediera a García Márquez con esa contundente explicación: “Esto es por lo que hiciste a Patricia”.

Carlos Antonio Carrasco es doctor en Ciencias Políticas y miembro de la Academia de Ciencias de Ultramar de Francia.

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El retorno de la bohemia

/ 9 de junio de 2023 / 23:47

Entre las vertiginosas mutaciones que sacuden al mundo, las tendencias del estilo de vida se imponen principalmente por la vulgarización de las redes sociales, dominadas —en gran medida— por los o las   influencers cuya incitación al consumo contagia con notorio impacto principalmente a las nuevas generaciones. Pero esa inclinación también llega al ámbito de la cultura, la literatura, la medicina, o la música, sea esta criolla o clásica. Entre la última llama la atención que en Paris reapareciera en diversos escenarios la ópera que Giacomo Puccini estrenó en 1896 bajo el membrete de La Boheme (La bohemia), retratando en sus cuatro actos la juerga parisina vernácula de los años 30 (1830) como un himno a la libertad, a la juventud y al romance. En el imaginario colectivo de la época los bohemios imitaban el modo de vivir de las migraciones gitanas rebalsadas de la provincia eslava de Bohemia, gente nómada, sin domicilio fijo, que amaba la emancipación y vivía al día con pocos medios. Ello inspiró a Puccini el libreto basado en la obra de Henry Murger Escenas de la vida de Bohemia, en la cual evoca el buen pasar cotidiano de jóvenes escritores, pintores, actores y estudiantes que soslayaban el frío y el hambre alimentados por la esperanza de llegar a ser en el futuro célebres y famosos por sus dotes en ciernes y el gozo de aguardar unidos ese brillante porvenir. Dejaron atrás la costumbre de guarecerse bajo el ala de un mecenas o de algún noble oscuro y se atrevían a jugar con su destino. Puccini, en realidad, reproducía su propio andar junto a su pandilla de bohemios que, en su obra, brincan a la palestra como los personajes protagónicos.

Mas adelante, el compositor franco-armenio Charles Aznavour recogería en aquella canción La Boheme, idéntica trama en sublimes versos nostálgicos que trinan, por ejemplo, asi: Yo les hablo de un tiempo/que los menores de 20 años/no pueden comprender; y continua: yo pasaba hambre/y tú posabas desnuda/no comíamos si no un día, de cada dos; y, sin embargo: con el estómago vacío/no dejábamos de creer que nos llegaría la gloria/éramos jóvenes, éramos locos.

En los años 60, detestando la guerra en Vietnam, surgió en Estados Unidos y luego se propagó planetariamente la corriente hippy que era la moral fundada en la no-violencia y en la hostilidad a la sociedad industrial, osado estilo de ser pregonando la libertad en todos los campos que favorecía la vida en comunidad, el uso de drogas y el estímulo de las relaciones humanas basadas en el principio de “paz y amor”. En suma, el rechazo a los valores burgueses.

Hoy día, la actual generación prisionera del teléfono portable y de la inefable computadora, se da modos para imponer su peculiar moda de vestir, de comer, de beber y de amar, sin seguir los patrones clásicos de la chaqueta, la corbata y las inagotables tarjetas de crédito. El automóvil ya no es un sueño dorado, porque las trotinetas y los patines son más veloces y prácticos. Pero lo sorprendente es que la gente de la tercera edad también se esfuerza por seguir la corriente hacia la simplicidad en el atuendo y la fatuidad en las diversiones.

(*) Carlos Antonio Carrasco es doctor en Ciencias Políticas y miembro de la Academia de Ciencias de Ultramar de Francia.

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Guantánamo: la colonia olvidada

/ 27 de mayo de 2023 / 02:13

Con una superficie de 117 kilómetros cuadrados, en la Bahía de Guantánamo, situada a un extremo de la isla de Cuba, se alza desde 1903 el enclave estadounidense que alberga la Base Naval (GITMO) arrendada por el tratado Estrada-Roosevelt, luego de la guerra hispano-americana (1898) que terminó con la expulsión de los españoles y facilitó la independencia cubana, aunque también consintió simultáneamente la hegemonía americana, hasta el triunfo de la Revolución en 1959. Más adelante, Fidel Castro intentó —sin éxito— recuperar ese territorio, invocando el articulo 52 de la Convención de Viena (1969), puesto que la infame Enmienda Platt estaba incluida en su propia Constitución reglamentada; además, con la adopción de un ridículo alquiler anual de $us 5.000 que el gobierno revolucionario se niega a cobrar, aduciendo que aquella ocupación es ilegal.

Lamentablemente, desde 2002 esa base ya no se usa solamente para fines navales y/o militares, sino que se instaló allí un campo de detención carcelaria donde se encierra a los más peligrosos terroristas atrapados en Afganistán acusados de planificar y/o ejecutar el ataque del 9/11 a las Torres Gemelas en Nueva York. A ellos se añaden otros capturados durante las escaramuzas militares en Irak. La razón principal de utilizar Guantánamo como prisión y no otra en territorio americano, es para evitar que esos cautivos exijan el debido proceso conforme a las normas legales que rigen en los Estados Unidos. En esa instancia, los acusados podrían convertirse en acusadores de sus captores, probando su inocencia o dando a conocer los procedimientos inmorales empleados en su captura. Pero también hay otras motivaciones, tales como las sistemáticas sesiones de tortura que se aplican a los presos para extraerles declaraciones que ayuden en las pesquisas, modalidades vetadas por la ley que comprometerían la idoneidad de las agencias de seguridad y/o de ciertos estrados militares. En suma, se escapa del límite geográfico estadounidense para poder vulnerar su propio ordenamiento jurídico.

Recientemente el New York Times reveló ciertos casos personales que resultan emblemáticos para comprender increíbles dramas humanos, por ejemplo, la odisea del argelino Said bin Brahim bin Umran Bakush, sospechoso de ser un combatiente de Al Qaeda; a sus 52 años fue liberado luego de pasar 21 años de detención sin juicio ni prueba alguna de los cargos que se le imputan. Como él, aún quedan 30 prisioneros de los 780 que pasaron por esas celdas desde 2002. Actualmente, el presidente Joe Biden declaró su intención de cerrar esa mazmorra, empeño que pese a sus esfuerzos tampoco pudo cumplir Barack Obama. El dilema que confronta la Casa Blanca es que ningún país quiere aceptar el recibimiento de tan peligrosos personajes y si se los traslada a territorio americano, así sea a recintos carcelarios de alta seguridad, ellos tendrían que ser sometidos a sendos juicios con resultados impredecibles. Entretanto, la alternativa es mantener el status quo a un costo de $us 13 millones por hombre/año. Esta situación es sin duda una vergüenza para Washington, que impúdicamente siempre condena la existencia de similares campos en China o en Siria.

Ante esta contingencia, me parece que ha llegado el momento en que la Cuba revolucionaria ponga en acción sus estridentes proclamas contra el colonialismo y el imperialismo y reclame con firmeza la devolución de esos predios que hollan su suelo patrio para cometer graves atropellos contra los derechos humanos. Es más, Cuba podría convertir esas instalaciones en una Escuela Naval destinada a la formación de oficiales marinos, preferente pero no exclusivamente provenientes de países sin litoral.

Carlos Antonio Carrasco es doctor en Ciencias Políticas y miembro de la Academia de Ciencias de Ultramar de Francia.

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¿Diplomacia sin diplomáticos?

/ 29 de abril de 2023 / 02:36

Las 236 páginas pulcramente escritas por Alain Rouquié en su obra La fin des diplomates (El final de los diplomáticos), editada por Rue de Seine y presentada recientemente en París, pueden ser leídas de un tirón por quienes profesan ese oficio que aunque sea la “segunda profesión más antigua del mundo” sigue teniendo alguna cara oculta y no siempre buena reputación. Por ello, la contribución de Rouquié para explicar a doctos y profanos la utilidad de ese servicio es más pertinente que nunca, en esta escena internacional en que la revolución informática acorta las distancias y multiplica los contactos directos entre los jefes de Estado, dejando las más de las veces a sus respectivos embajadores en la orilla del decorado superfluo y costoso. Como premisas necesarias para presentar luego, sus conclusiones y recomendaciones, el autor se remonta a memorables hechos de la historia de Francia y la evolución seguida hasta la Quinta República. Lo que podría parecer diagnóstico solo nacional, se convierte en un microcosmos universal por la similitud de situaciones que mutatis mutandi también confrontan otros países. La plenitud de anécdotas, de retratos reales y de problemas que confronta cotidianamente el diplomático, bajo la pluma elegante del autor, allanan la comprensión de esas circunstancias, toda vez que en diplomacia “el éxito jamás está ni garantizado ni asegurado”, tal testimonia su vasta experiencia recogida en misiones en El Salvador, México, Brasil y Etiopía, aquello en el terreno y como director de Américas en el Quai d’Orsay de la capital. Personalmente, me ha halagado que entre los personajes citados figuren en alto relieve los embajadores Guy Georgy y Raymond Cesaire, con quienes trabajé durante los gobiernos de Víctor Paz Estenssoro (1960-1964) y Lydia Gueiler (1979-1980), habiéndome este último asilado en su residencia a raíz del golpe de Estado. El tomo está dividido en subyugantes capítulos cuyos epígrafes lo dicen todo, algunos a guisa de interrogantes invitan al inevitable debate, como ¿Para qué sirven? (los diplomáticos), ¿Cuerpo o casta?, Los desafíos del presente, Frente al mundo posnacional o La diplomacia del futuro. Naturalmente, Rouquié retrata la crisis existencial que confronta el cuerpo diplomático francés, al haberse suprimido la carrera como tal y cuando en el futuro, el reclutamiento de esos funcionarios se hará entre cualquier administrador estatal, así éstos provengan de actividades totalmente extrañas al quehacer internacional. Difícil imaginar que aquellos neófitos puedan suplantar a profesionales diestros en el arte de “seducir e influir”, que son obras de largo aliento “y de sortear momentos delicados diciendo todo sin irritar o herir a la opinión pública local”. En suma, el ejercicio de la diplomacia es, además de los objetivos sustantivos de la misión, también un arte en el uso de medios para lograr los fines requeridos.

En la profusión de analogías con otras naciones, se remarca la alta calidad formativa del Instituto Rio Branco en el Itamaraty brasileño que ni los vaivenes políticos pueden alterar como sucedió en Bolivia, donde se extirpó de cuajo a los cuadros diplomáticos existentes. El epílogo de la obra que comentamos no podía ser más lúgubre porque “el fin de las embajadas parece próximo” por cuanto “las tecnologías de la información y de la comunicación las vuelven obsoletas”. Sin embargo, dos eventos imprevistos alteraron la relativa estabilidad mundial: la pandemia del COVID- 19 y el conflicto ruso-ucraniano. El primero por detectar la débil solidaridad ante el desastre y el segundo por el retorno a los bloques, ¿cuáles?, y Roquié preconiza nuevamente Este vs. Oeste: Rusia y China contra Occidente, liderado por Estados Unidos y los anglosajones del AUKUS (Australia y el Reino Unido). Habrá sin duda espacio para un tercer protagonista: Europa unida. No obstante, no se menciona a los países emergentes no-alienados. Y, frente al desorden universal “todo está por reinventarse” dice, y termina afirmando que “el retorno de lo trágico, exige el retorno de la diplomacia y los diplomáticos”.

Carlos Antonio Carrasco es doctor en Ciencias Políticas y miembro de la Academia de Ciencias de Ultramar de Francia.

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