Voces

Monday 13 May 2024 | Actualizado a 04:54 AM

‘Suicidio político-electoral’

/ 5 de marzo de 2023 / 03:18

¿Qué pasaría si el MAS-IPSP, que desde 2005 gana las elecciones generales con mayoría absoluta de votos, concurriera dividido en los comicios 2025? ¿Cuán (in)evitable es tal escenario: evistas, por un lado, arcistas, por otro? Asumiendo el carácter especulativo de la indagación, se trata hoy de una cuestión relevante en el campo político boliviano. Por ello, sin intención predictiva sobre un futuro que ya está tocando la puerta, cabe tentar algunos escenarios probables.

No es necesaria la aritmética para asumir que el actual instrumento político, que gobierna el país desde hace casi dos décadas, solo podrá lograr una nueva victoria electoral si se mantiene unido. El ejercicio es simple y lo planteó con lucidez crítica el exvicepresidente García Linera. En el supuesto, incierto, de que el masismo conserve su respaldo mayoritario en las urnas, la escisión provocaría que ninguno de sus dos candidatos se acerque al 50% de votos.

Los números importan. A reserva de cómo se dirima, si acaso, la “posesión” de la sigla para la selección del binomio presidencial, el MAS-IPSP podría terminar su ciclo en 2025 (con deplorable sangría previa) si el evismo y el arcismo no encuentran/ acuerdan pronto algún mecanismo, al menos de procedimiento, para encauzar la gran decisión electoral. Pactar una tregua y esperar las primarias parece razonable, pero ni el estatuto orgánico ni los tiempos políticos dan para eso.

Es evidente, entonces, que la actual disputa interna en el masismo, con riesgo de ruptura, constituye un “suicidio histórico-político- electoral”, como advirtió García Linera. Ni Evo ni Lucho, separados y compitiendo entre sí, ganarían en primera vuelta. Y sus probabilidades en la segunda contra un tercero son más dudosas. Dependerá también de lo que (no) haga la oposición, hasta hoy fragmentada, opaca, carente de liderazgo y de proyecto de país. Sin frente único ni su Bukele a la vista.

Como sea, más allá del próximo ciclo electoral y de las mezquindades partidarias/personales en este tiempo de las cosas diminutas, están en juego cuestiones sustantivas: la unidad del campo plurinacional popular, el horizonte de transformaciones, la agenda del proceso posconstituyente. Cierto que mantener la estabilidad económica es fundamental en medio de la kamanchaka (Calderón dixit), y se aprecia, pero no es un proyecto ni, menos, una alternativa de futuro.

¿Hasta dónde están dispuestas a llegar las facciones hoy enfrentadas del MAS-IPSP en su penoso espectáculo interno descalificador, alentado y celebrado por la oposición y sus operadores mediáticos? Cuidado que con tanto mucho demasiado ruido —como comprobó Sabina— no escuchen el final.

 FadoCracia blasonada

1. Los escudos de armas, todos ellos,  por definición, son feos. Ninguno se salva.Son feos, inútiles y, por tanto, prescindibles. 2. Como toda representación, expresan identidad. Pero también dividen: mi escudo le pega a tu escudo. 3. En general, los símbolos pueden ser cosa seria. Hay quienes los aman (hasta los besan). Y no faltará alguno dispuesto a morir por ellos: el linaje, los escudos, la bandera. Ni hablemos de la Patria. 4. Claro que también están los que desprecian tales símbolos. Y los critican. Como María Galindo, que en pleno corso carnavalero les dijo a los cruceños que su escudo de armas es una copia y un símbolo “colonial, vacío y triste”. 5. Tremenda blasfemia. Seis concejales se sintieron agraviados. Y en sesión veloz y (muy) ordinaria le regalaron a María el homenaje de declararla persona non grata. 6. Todos los blasones heredados de la Colonia son superfluos: castillos, leones, coronas, armas, cruces. Son vanos también los de la República. Y los del Estado Plurinacional. 7. El mejor escudo/trinchera es el que no se necesita.

José Luis Exeni Rodríguez es politólogo. 

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Democracia (im)pactada 2.0

/ 9 de julio de 2023 / 01:28

Hubo un tiempo en que todos los partidos eran minoritarios y, para gobernar, formaban coaliciones políticas. Así, entre 1985 y 2003 tuvimos cinco coaliciones multipartidistas. Todos se juntaron con todos. Ello posibilitó que, cruzando ríos de sangre, el tercero en votación sea presidente. O que un exdictador, arropado por una megacoalición promiscua y contranatura, llegue a la presidencia. Y hubo “manos atados”, pactos de la cerveza, acuerdos del “qué difícil es amar a Bolivia”.

Esa práctica, conocida como modelo boliviano de democracia pactada (presidencialismo parlamentarizado, según los politólogos), tuvo como antecedente el llamado “trauma de ingobernabilidad” de la UDP. La transición a la democracia nació con gobierno dividido: la mayoría opositora MNRADN bloqueó sistemáticamente en el Congreso la gestión de Siles Zuazo. Hasta forzar su renuncia. Hubo otros períodos cortos de oficialismo sin mayoría parlamentaria con Mesa, Rodríguez Veltzé y Áñez.

La democracia (im)pactada, devenida en partidocracia especializada en cuoteo, hizo crisis y, aunque tenía dos tercios en el Congreso, terminó huyendo en helicóptero en octubre de 2003. Dos décadas después, hay quienes hablan otra vez de coaliciones y pactos. Y pareciera haber un nuevo escenario de gobierno dividido. El MAS-IPSP perdió su mayoría especial en las elecciones 2020 y el gobierno de Arce se quedó en minoría por efecto de la disputa interna en clave de ruptura. Es crítico.

¿Retornarán acaso las coaliciones multipartidistas del período neoliberal? Para nada. El pacto, la concertación, el solo acuerdo continúan siendo malas palabras, sinónimo de traición y tildadas de transfuguismo. Pero hay convergencias puntuales. Las tres más ruidosas fueron la Ley del Censo, aprobada por arcistas y opositores; la Ley del Oro, avalada por arcistas y evistas-opositores “patriotas”; y la reciente censura al ministro de Gobierno, aprobada por evistas y opositores.

Pese a los tambores de guerra verbales, de tercera categoría, en el núcleo del MAS-IPSP, es bastante improbable que se conforme un aparato opositor, en lógica de bloqueo, entre los asambleístas de Evo, Carlos Diego y Luis Fernando. En los temas comunes, el masismo seguirá votando unido. Pero los asambleístas de Lucho-David, hoy en minoría, tendrán que tejer mayoría para una agenda legislativa mínima. No es fácil. Y dependerá de cómo va la batalla por la candidatura presidencial.

No hay regreso a la democracia (im)pactada, pues, ni de las coaliciones políticas. Pero está la necesidad de pactar en medio de la polarización, la crisis, el conflicto y una prematura competencia electoral. Corre cuenta regresiva.

FadoCracia cerrada

1. El cierre de un medio de comunicación, por principio, es una pésima noticia para la pluralidad informativa y el pluralismo político. Pierde la libertad de expresión, se magulla la democracia. 2. En nuestra historia democrática hemos tenido varias derrotas en este campo. Desde mi vivencia, la más sensible fue la desaparición del diario Presencia en 2001, bajo asedio del gobierno de Banzer. 3. En 2019, el régimen de Áñez se estrenó con el cierre de 53 radios comunitarias. Como eran “medios sediciosos” (sic), ni siquiera fue noticia, no hubo lamento de jefes políticos, ni lágrimas de columnistas, ni comunicados tristes de organismos internacionales. 4. El infortunio más reciente en el paisaje periodístico boliviano fue el cierre de Página Siete. A reserva de la “tormenta perfecta” que condujo a tal desenlace, se malogra el equilibrio informativo. En sus 13 años de vida, con luces y sombras, P7 se convirtió en el principal operador mediático de la oposición. Es un gran mérito. 5. La democracia necesita voces múltiples, críticas, contestatarias, diversas. No es cuestión de “héroes” que cambian de brújula, sino de demócratas.

José Luis Exeni Rodríguez es politólogo.

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Goni(smo) residual 2025

/ 25 de junio de 2023 / 00:20

Tras casi dos décadas de silencio desde su fuga en helicóptero en octubre de 2003, un nonagenario Gonzalo Sánchez de Lozada (GSL) reapareció con una curiosa propuesta. Se trata de un proyecto de “Constitución de Todos”. Nada menos. Es el último “legado”, si acaso, de un hombre que, en sus palabras, “entró a la política como un empresario minero y la dejó como un político fracasado”. Goni habla hoy desde la nostalgia, el extravío y su condición de prófugo de la Justicia.

La propuesta de GSL, en el papel, parece sincera. Hay una suerte de exposición personal de motivos (“una larga y amarga travesía”) y un texto completo con cuatro partes, 19 títulos y 194 artículos. No está mal. El problema es que su Constitución es arcaica y de poquísimos. Es evidente que el expresidente no entendió nada y/o se quedó dormido. Por ello ofrece mirar el futuro anclado en el retrovisor. Lo suyo, pues, es una Constitución del siglo XX. Restituir es la consigna.

Veamos algunas propuestas para “volver al futuro”. ¿Cómo? Volviendo al pasado (ufa). Para empezar, el primer artículo, que define en esencia la visión de país y el modelo de Estado, es una mala copia no de la Constitución de 2009, ni siquiera de las reformas de 1994 o de 2004, sino de la Constitución ¡de 1938! República unitaria, independiente y con gobierno democrático representativo. No es broma. Ni hablemos, Kozolchyk nos libre, de plurinacionalidad o autonomías.

De ahí deriva lo demás. La soberanía solo puede ser delegada. La uniformidad desplaza al pluralismo. El pueblo no elige presidente de la República, ni gobernadores, ni alcaldes. El presidente, nombrado por el Congreso, designa a las cabezas de los otros poderes del Estado. Se borra el Tribunal Constitucional. Adiós al pluralismo jurídico. Quedan suprimidos, por supuesto, los derechos colectivos. ¿Equidad de género? Bah. Se elimina la democracia directa y participativa. Y así.

El proyecto de los amigos de Goni, que también incluye cosas interesantes y recoge añejos debates como el parlamentarismo, generó reacciones previsibles. El oficialismo lo descalificó con virulencia: “asesino, retrógrada, neoliberal”. La oposición política mostró conmiseración (“no merece comentario”) e indiferencia (ni un mensajito del exsocio, ahora tuitero mayor). Y los retoños de la democracia pactada mal elogiaron: “montón de ideas buenas” (sic), “abre el camino”.

La buena noticia es que el partido del expresidente analizará el proyecto. Hay esperanza. Quizás les ayude a superar el 0,69% de votos que obtuvieron en su última participación en elecciones. O no. La “Constitución de Todos”, como el MNR y el propio GSL, son hoy apenas residuos disfrazados de separata.

FadoCracia hipócrita

1. Barcos de varios países, aviones, robots, helicópteros. Hubo grandísima movilización en la búsqueda/rescate del Titán. “Una lamentable tragedia que deja muchas preguntas”. 2. El descenso del sumergible en las profundidades del Atlántico Norte terminó en desdicha. Cinco tripulantes querían ver los restos del Titanic. Les tocó “implosión catastrófica”. 3. La cobertura informativa del hecho fue inmensa: todos nos enteramos. De la angustia se pasó a la congoja. Los cinco pasajeros habían muerto. “Probablemente fue un final misericordioso”. 4. Ahora vienen meses/años de investigación para examinar las piezas encontradas, las causas, el momento de la implosión. Hay debates sobre el tema. 5. Pocos días antes, en el mar Egeo, un barco se hundió y murieron ahogadas alrededor de 500 personas. 6. El operativo de rescate fue tardío y minúsculo. La noticia pasó casi desapercibida. Nadie declaró tragedia. 7. Los ahogados eran “invasores”. No hay drama. Es solo el mar Mediterráneo exhibido, una vez más, hasta la próxima, como insignificante cementerio de migrantes.

José Luis Exeni Rodríguez es politólogo

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Derecha: más rancia que nueva

/ 11 de junio de 2023 / 00:10

Las derechas (política, regional, mediática, cívica, eclesial, académica) están pre/ocupadas. Les gustaría convertirse en “nueva derecha”. Pero no saben cómo. Ni con quién. Tienen algunas ideas disfrazadas de “propuesta liberal”. Y quieren llegar al Gobierno. Claro que primero tendrán que ganar elecciones (no basta con cantar “fraude” ni rezar en los cuarteles pidiendo junta cívico- militar). Los caminos de la derecha, como los del señor, son insondables.

Veamos esta nueva derecha retratada por uno de los suyos. En principio, es una curiosa mixtura de libertarios, conservadores y patriotas. O lo que eso signifique. El paraguas común serían algunos principios liberales, aunque a veces les estorben. Lo nuevo es que es una derecha sin complejos: se reivindica como tal, exhibe sus banderas, celebra su antiprogresismo. Es políticamente incorrecta. Y apela a las emociones, esperando ser “lo menos populista posible”.

Hasta ahí todo bien, mientras encaucen sus ambiciones por vías democráticas e institucionales. Lo que sigue es “la consecución del poder político”. Hay que conquistar adherentes que en 2025 les voten mayoritariamente. Tendrán que formar partido (o alquilar sigla), “sin juntuchas”. El propósito está declarado: derrotar al campo plurinacional popular (“el paradigma masista”). Si se puede, borrarlo del mapa. La nueva derecha boliviana en germen no tiene remilgos ni tibiezas.

Solo hay dos obstáculos: la propuesta y el líder. ¿Qué haría la nueva derecha si llega al Gobierno? Lo primero: “terminar con el Estado Plurinacional y volver a la República”. Luego, con nostalgia neoliberal, regresar el Estado mínimo. Para ello despedir 263.000 funcionarios públicos (sin tocar motines ni militares, por supuesto). Enseguida, rancios, privatizar todo-todito-todo, incluyendo salud y educación. El gasolinazo es innegociable, como liberalizar el trabajo y la propiedad de la tierra. Y así. No es broma.

Vista su trasnochada “propuesta liberal”, la pregunta resulta obvia: ¿con eso, derechosos, osos, osos, quieren ganar elecciones? ¿En serio? ¿Esa es su promesa “revolucionaria”? ¿De verdad su “pueblo” es el individuo de clase media que paga impuestos? ¿Así quieren “patear el tablero”, liberales de papel periódico? Es el problema de vivir en un país que no conocen y, desde siempre, desprecian.

Y está la cuestión del líder. ¿Quién será su candidato presidencial? No tienen Bukele, ni su Milei o su Kast, ni siquiera un Trump o algún Bolsonaro (remedos y saraviados no cuentan). Y los jubilados de la vieja centroderecha, expertos en perder, no les sirven. La nueva derecha boliviana, si acaso, nacerá vencida y añejísima. 

FadoCracia calva

1. Cuando era bravuconcito, Rómulo dictaba sentencia: “no descansaremos hasta ver tras las rejas de la ignominia a estas bestias humanas, indignos de ser llamados ciudadanos”. Y agraviaba: “la wiphala es un trapo que no nos representa”. 2. Hoy Rómulo, que tiene un pelo de tonto, huye corriendo, cae tembloroso, niega todo: yo no fui, llegué tarde, no soy ningún discriminador. 3. No es la primera vez, ni será la última, que alguien ultraje públicamente un símbolo nacional. La novedad es que haya condena: dos años de prisión para Rómulo. Los pasará en su casa. 4. Las reacciones son previsibles. El Gobierno quiere cinco años de cárcel. La oposición dice revancha, violaciones al debido proceso, persecución política. 5. Algunas lecturas son pintorescas. Evo habla de “sentencia perfume” (sic), operada por derechistas. Carlos Diego, que confunde logotipo con escudo, mira “retaliación contra Santa Cruz”. 6. Desde Chonchocoro, Luis Fernando escribe a su amigo Rómulo: “muy pronto nos volveremos a encontrar en libertad”. Un calvo saca otro calvo. 7. Ahí cerquita, una manta proclama sin concesiones: “la wiphala se respeta, carajo”.

José Luis Exeni Rodríguez es politólogo.

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Un libro, Mario y la BBB

/ 28 de mayo de 2023 / 01:09

Un señor, que se (re)presenta como “investigador, autor de libros y videos documentales”, escribió un libro con ostentoso título: Tomografía del Estado narco. Y por supuesto quiso publicarlo y presentarlo. Hasta ahí todo bien. Cada quien con sus aficiones, virtudes y vicios. Hay cantidad de libros, varios impresos por cuenta propia, que circulan buscando nutrir la conversación pública. A veces la pretensión es más modesta y vanidosa: decir soy “autor de libros”.

El problema de la Tomografía de marras es que quiso entrar por la ventana en la Biblioteca del Bicentenario de Bolivia (BBB). No encontré ninguna noticia al respecto, pero el periodista Mario Espinoza asegura que el autor, también ejecutivo de un extraño grupo llamado Conade, llevó su libro a la BBB demandando su publicación. Por supuesto le dijeron que No, ubíquese señor, tome su medicamento y cosas peores. Ah, quién pudiera estar en la selecta lista de la Biblioteca.

El que también tendría que ubicarse es el periodista. La BBB es el proyecto editorial más importante y ambicioso de nuestra historia. Se ha propuesto la publicación, hasta 2025, de 200 obras definidas como fundamentales de la cultura boliviana e imprescindibles para la comprensión del país. Tales obras fueron seleccionadas por un Comité Editorial compuesto por un grupo plural de personalidades irreprochables que deliberaron durante más de seis meses.

Resulta que Espinoza cree que la BBB debió publicar el libro del tomógrafo. Y que no hacerlo es censura (sic) y equivale incluso a la “quema de libros” (recontra sic). ¡Qué tal! Siéntese señor. Faltaría que cualquiera lleve su obrita a la Biblioteca y haya que publicarla. Parece que la fuente de enojo del periodista es que entre los 200 títulos de la BBB ninguno pertenece a su prolífico amigo Carlos Mesa, que fue parte del comité y, por tanto, participó en la selección. Por algo será.

Este episodio deja algunas reliquias ejemplares. Conmueve que el cabecilla del Conade crea que su libro puede ser publicado en la Biblioteca del Bicentenario. Impresiona que el periodista destile tanta mala leche contra una iniciativa editorial cuyas obras le parecen lindas y va comprando. Y es penosa la ignorancia del otro periodista, ese que ve con ternura a los curas pederastas, que no tenía ni idea de la BBB.

La última noticia sobre la Tomografía es que la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia decidió no cobijar su presentación en el Musef. El Conade habla de “acto cavernario”. Pobre libro, sin Biblioteca que lo publique ni Museo que lo presente en sociedad ni unidad opositora que lo incluya en sus (s)obras completas.

FadoCracia sorda

1. Los jerarcas de la Iglesia Católica, preocupados, han ido ensayando diferentes tácticas defensivas. Quieren enterrar sin daño ni culpa las revelaciones de pederastia en sus esquinas rotas. 2. Primero guardaron un silencio insostenible. Luego pasaron a la negación: “son hechos aislados, errores, desviaciones”. Después se victimizaron: “nos estigmatizan”. Y enseguida usaron la denuncia: “están politizando”. 3. La siguiente táctica era previsible: responsabilizar a los medios. 4. En una homilía, el arzobispo de Santa Cruz reseñó el lamento: a los medios solo les interesa lo negativo (denuncias de abusos sexuales), pero no informan nada sobre lo positivo (65 sacerdotes se reunieron para la formación permanente). 5. Esperé sentado la reacción pronta y firme de nuestra Asociación de Periodistas ante este “nuevo ataque contra la libertad de expresión”. 6. No hubo pronunciamiento, pero sí invitación a participar ¡en un Concurso de Karaoke! Hay que promover talentos en el gremio. 7. ¿Y la Conferencia Episcopal? Después de mucho rezo y remembranza, admitió que la Iglesia fue sorda. Del alma.

José Luis Exeni Rodríguez es politólogo.

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Cacería de tránsfugas

/ 30 de abril de 2023 / 01:10

Bochorno aritmético. La mayoría oficialista aprobó en grande la “ley del oro” con 54 votos. Era una mayoría relativa y, por tanto, insuficiente. 24 diputados votaron en contra. Se presume que son evistas. Y hubo 41 votos en blanco, declaradamente opositores. Los asambleístas de CC y de Creemos, pues, viabilizaron tal aprobación. Lo hicieron para “mantenerse lejos de los problemas internos del MAS” (sic). “54 es mucho más que 24”, dijo Jerges tratando de justificar la maniobra.

La polémica votación, incluidas rabietas de manual, era insostenible. Por ello, luego de un forzado cuarto intermedio, se volvió a decidir. En menos de 24 horas los números cambiaron: 73 diputados votaron por la aprobación de la ley, 45 en contra y hubo 4 votos nulos. Se obtuvo así la necesaria mayoría absoluta. ¿De dónde provinieron esos 19 votos adicionales que sumó el arcismo? ¿De cuál de las tres bancadas opositoras? ¿Evismo, mesismo, camachismo? Sobran conjeturas.

Según el oficialismo, la nueva mayoría que viabilizó la “ley del oro” es resultado de asambleístas patriotas y de un “nuevo modelo de gobernabilidad”. El evismo sospecha de 11 diputados de Comunidad Ciudadana y 8 de Creemos. El grupo de Mesa jura que los 19 votos provinieron del evismo, aunque activó una investigación en sus filas. Y las cuatro facciones de Creemos se acusan entre ellas. No podían faltar los comedidos que con gran desparpajo hablaron de “maletines negros”.

Más allá de la deplorable “cacería de tránsfugas” declarada en el ámbito de una alicaída Asamblea Legislativa, es innegable la dificultad de las fuerzas políticas para mantener la disciplina en el voto. En el MAS-IPSP la causa es conocida. ¿Y en CC? ¿En Creemos? Las cúpulas partidarias deciden e instruyen. ¿Por qué razón algunos asambleístas no siguen la consigna? ¿Alta “traición”, cálculo estratégico, interés pragmático, convicción, derecho a la disidencia? Hay para todo.

Ni hablar de la falta de transparencia. El autoritario ajuste de cuentas con los 19 diputados que cambiaron la orientación de su voto es inútil, pues se recurrió al secreto. En democracia, los órganos legislativos tienen la obligación de debatir y decidir públicamente. Cuando se impone la opacidad, menudean los recelos. Cuando prima el secretismo, no hay rendición de cuentas. ¿O acaso el temor a la vendetta es tan grande que solo en reserva algunos votan libremente?

Más allá del triste episodio, está en mesa el riesgo de bloqueo y de parálisis institucional para la toma de decisiones. Y preocupa el hecho de que, hoy más que ayer, el (des)acuerdo, la deliberación y el tendido de puentes sean malas palabras o, peor, sinónimo de traición.

FadoCracia fallida

1. A los juristas no independientes les faltaron 666.000 firmas para la convocatoria a una consulta de reforma constitucional. 2. Considerando el objetivo, es un fracaso, aunque se pinte de “gesta histórica” o “principio de la victoria” (sic). 3. Había que lograr el 20% del padrón electoral. No llegaron ni al 12% (menos del 8,5% en cuatro departamentos, ni 2% en Pando). 4. Y eso que la causa fue asumida por el aparato/bloque opositor en pleno: partidos, comités cívicos, operadores mediáticos y sus asociaciones, iglesias, asamblea de derechos humanos, fundaciones, plataformas, redes, oenegés… 5. El referéndum, está visto, es un derecho constitucional cuyo ejercicio está sembrado de obstáculos. Hay requisitos y plazos muy difíciles de cumplir. 6. Igual debemos preguntarnos por qué no prosperó una saludable iniciativa para reformar un sistema de administración de (in)justicia en el que desconfía más del 90% de la población. 7. ¿Prematura politización, apatía, ausencia de debate, miedo, exceso de soberbia, campaña en contra, falta de acuerdos, poca credibilidad de los promotores, trabas burocráticas, polarización?

José Luis Exeni Rodríguez es politólogo.

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