Chat GPT
Siendo usted una persona bien informada —dado que lee La Razón—, lo más seguro es que haya oído hablar de Chat GPT —el último grito de la moda en popularización de la inteligencia artificial—, y si no lo hizo, seguro que oirá del tema más temprano que tarde.
Siendo un generalista en el tema, mi única pretensión es la de describir muy brevemente qué es el asunto este y explorar preliminarmente algunas de las oportunidades que se podrían abrir con el uso de herramientas de inteligencia artificial.
Chat GPT es un bot de charla (robot de charla), es como chatear con alguien que le da respuestas sobre casi cualquier tema que le consulte. Usa una tecnología de procesamiento del lenguaje natural para interactuar como en una conversación humana. Sus creadores indican que este modelo informatizado de conversación ha procesado cientos de miles de millones de palabras en varios idiomas, así que básicamente las respuestas serían tan precisas como las de la tía que da cátedra en la “U” sobre el tema que usted pregunte. El uso no es muy distinto al de cualquier herramienta de chat que usted actualmente tenga, si bien tiene un diseño gráfico bastante elemental.
Lo novedoso del asunto, en términos sociales, es que esta herramienta simplifica dramáticamente lo que conocemos de manera coloquial como “guglear”. Hasta este momento, si necesitaba usted conocer un tema —por curiosidad personal, estudiantil o profesional—, lo primero era hacer una búsqueda con Google, vale decir: introducía su término de búsqueda; como segundo paso, accedía a una o varias de las páginas de las respuestas generadas; en tercer lugar, leía lo que la página en cuestión tiene sobre el tema y en cuarto lugar, usted hacía su propio resumen de la respuesta. Con Chat GPT y sus emuladoras, usted pasa directamente del paso 1 al paso 4.
Todo eso gratis, aunque con algunas limitaciones.
Considero a Chat GPT como la herramienta pionera de una tendencia de la actual fase de la era digital, pues siendo la más popular, no es la única herramienta. De hecho, al popularizarse su uso, es bastante frecuente que sus servidores colapsen, así que los y las internautas tenemos a disposición al menos una decena de herramientas alternativas.
Esta herramienta populariza el uso de la inteligencia artificial para muchas tareas cotidianas —incluyendo tareas de oficina— y básicamente nos da algunos chanchullos útiles en la vida cotidiana. Incluso puede escribir cartas de respuesta por nosotros.
Las funcionalidades son innumerables: Chat GPT puede escribir discursos cortos, ensayos, poemas, guiones para comerciales de televisión, enseñar álgebra básica, corregir código para programadores y hasta programar un videojuego por usted si sabe qué instrucciones darle.
Pregunté a una herramienta similar a Chat GPT acerca de las oportunidades de negocio que surgen a partir del uso de la misma y me dio una respuesta con un abanico de opciones: automatización del servicio al cliente, creación de contenido digital, asistente virtual, mayor compromiso del cliente, análisis básico de datos, etc.
En ese sentido, es poco probable que los servicios digitales omitan el uso de esta herramienta en el futuro previsible. Ojo, incluso para negocios que no son digitales, pero que prestan servicios digitales (como chats de servicio al cliente). El potencial para automatización de tareas y para personalización de funciones es muy alto.
Como en todo, existen algunas condiciones que cumplir para aprovechar al máximo este tipo de herramientas: primero, es crucial introducir la pregunta correcta. Para ello, es preciso un nivel de alfabetización digital que, por ahora, no está como objetivo en las políticas de educación pública. Esto puede llevar a ahondar las brechas digitales en la población. Segundo, es importante conocer lo que usted realmente busca al interactuar con la herramienta, pues de otra manera, puede fácilmente contagiarse del síndrome del juego de las tragamonedas y conversar y conversar sin límite de tiempo acerca de temas que ni estaban en su preocupación inicial.
Por último, son importantes la investigación personal, la curiosidad, el indagar sobre las virtudes y defectos de la herramienta; cuando estas tareas se practican sistemática y repetitivamente, desarrollan la invalorable capacidad de discernimiento para decidir cómo, cuándo y para qué usar la herramienta, y cuándo dejar de hacerlo.
Pablo Rossell Arce es economista.