Digitalización, dinero, confianza
Los africanos —y africanas— lograron hace muchos años un nivel de inclusión financiera que muchos países de América Latina —también Bolivia— envidiarían.
Desde hace más de 10 años, mientras en nuestro país las primeras billeteras móviles se abrían paso muy difícilmente, en África se iniciaba la masificación de los pagos por celular. Hoy en día, Kenia y Nigeria encabezan la lista de países con mayor nivel de penetración de billeteras móviles en el mundo.
Lo que han logrado en el África en materia de inclusión financiera con los medios de pago móviles es impresionante y, sin duda, ha tenido un impacto significativo a la hora de facilitar la vida a usuarios y usuarias: el uso extendido de los pagos mediante el móvil podría eliminar las colas en las cajas de los bancos. Debido a su impacto y la facilidad de su uso para transacciones más pequeñas, la billetera móvil podría ser la herramienta más importante para la inclusión financiera.
Por ejemplo, acceder a un microcrédito vía celular puede reducir significativamente los costos de transacción para las prestatarias y el papeleo en los bancos; pagar las cuotas del mismo desde el móvil disminuye los costos de traslado hacia el banco y genera un mecanismo claro de control y el uso de la billetera móvil es incluso más seguro que el transporte físico de efectivo.
Sin ir más lejos, Bolivia tuvo un exitoso experimento de uso de billetera móvil con el pago del segundo aguinaldo para funcionarios púbicos en 2018. De alguna manera, se le dio continuidad al proceso, pues muchos funcionarios y funcionarias reciben su bono de refrigerio mediante abono en su móvil, pero el potencial para masificar su uso sigue dormido. Cientos de miles de horas en colas de banco podrían ser ahorradas por la gente y usadas de manera más productiva en asuntos personales, familiares o de trabajo, si el pago del 100% de los trámites públicos se pudiese hacer vía móvil.
El uso y aprovechamiento de todo el abanico de soluciones de una billetera digital no requieren de niveles muy altos de alfabetización digital. Sin ir muy lejos, ya hay empresas que están empezando a aplicar soluciones que facilitan la vida de las consumidoras y consumidores con pagos vía móvil. Por ejemplo, ¿sabía Ud. que puede pagar su SOAT 2023 desde su WhatsApp?
En última instancia, el uso del dinero y la aceptación de cualquier variedad de su presentación —moneda, billete, tarjeta de crédito, débito, cuenta bancaria, cheque, criptomoneda (prohibida en Bolivia) o cuenta en billetera móvil—, es una convención social basada en la confianza.
Allá por los años 80 incluso en los países avanzados había gente que cuestionaba el uso de tarjetas de débito y prefería el intercambio de dinero en efectivo —todavía quedaban importantes grupos poblacionales que desconfiaban de las nuevas modalidades de pago.
Actualmente, ocurre lo contrario; las transacciones en efectivo son más bien escasas y el uso del celular más la digitalización de los pagos hacen posible que cualquier persona prescinda del efectivo casi por completo. Más bien ahora algunos —con un afán libertario— migran hacia las criptomonedas porque desconfían del nivel de control que los gobiernos ejercen sobre los pagos digitales e incluso sobre el efectivo, a pesar del bajón histórico por el cual atraviesan las criptomonedas hoy.
Fuera de la billetera móvil, que es conocida en Bolivia, pero tiene mucho potencial de penetración, la modalidad de pago a través de QR está abriéndose paso entre las alternativas que la gente usa, pero con diferencias regionales significativas: en Santa Cruz el QR es un medio de pago común y extendido entre comerciantes, taxistas y locales de servicios y en La Paz, su uso es mucho menos conocido y en algunos casos rechazado. De nuevo, es una cuestión del nivel de confianza que habitantes de una y otra región le otorgan a esta nueva modalidad de pago.
Quienes trabajamos por la inclusión financiera en Bolivia tenemos la interesante tarea de conocer en profundidad el modelo de éxito de la billetera digital en África. Muchas cosas se hicieron bien allí, muchos errores fueron superados y muchas lecciones fueron aprendidas. Y han hecho algo muy bien para lograr la confianza de usuarias y usuarios que, básicamente, no tienen niveles de alfabetización digital mucho mayores que los de acá. Solo tenemos que estudiar y tropicalizar una solución que bien puede facilitar la vida de millones.
Pablo Rossell Arce es economista.