Icono del sitio La Razón

Culpa, perdón, agradecimiento

TRIBUNA

Estas tres palabras, que contienen un sentido contundente, se actualizan en la época de los balances de fin de año. ¿Te gusta hacer lista de deseos para el año que está por venir? ¿Otra con todo lo que quieres dejar atrás, junto con el año que despedimos? ¿Y otra para agradecer por todo lo que aprendiste (voluntariamente y-o a la fuerza), a lo largo de los últimos 12 meses? Yo soy fan de las listas y cada año vuelvo a enfocarme en todo lo que me propongo mejorar para ser cada vez más coherente entre lo que pienso, siento, digo y hago, tratando de alinear mi cabeza, corazón, palabras y acciones. ¡Menuda tarea!

En este sentido pensé en escribir esta columna. Porque esos listados pueden incluir cuestiones muy del orden práctico como empezar a estudiar algo, hacer ejercicio físico o mejorar la calidad de la dieta. Estos ítems serían del nivel uno, del orden de lo práctico. Pero a medida que vamos avanzando con el listado, empezamos a adentrarnos en otras cuestiones, más del orden de nuestro sentir en relación con otros, empezando en general por nuestro primer círculo de proximidad vincular, conformado por pareja, hijos, nietos, padres, abuelos, hermanos y que se va extendiendo a amigos, comadres, compadres, colegas, vecinos.

En esta parte del listado, ya podemos empezar a proponernos la construcción de vínculos más honestos y menos tóxicos, por ejemplo. O a mejorar la frecuencia de visitas, llamados y cuidados a nuestra familia. A ser más comprensivos. A estar atentos a las necesidades de quienes nos rodean. A estar más disponibles para quienes nos necesitan, etc.

Pero el cumplimiento de este segundo nivel de la lista ya no depende de nuestra voluntad exclusivamente. Nos lo proponemos de manera honesta, pero no siempre podemos concretarlo, porque, aunque es lo que queremos, no podemos cumplirlo, no nos sale.

Es que las tramas vinculares que vamos construyendo desde nuestra primera infancia van moldeando nuestras modalidades de relación y hacen que muchas veces actuemos como en piloto automático, repitiendo patrones que no siempre nos gustan de nuestras reacciones, como cuando sentimos que se nos salta la térmica o estallamos diciendo o haciendo algo que no queríamos decir o hacer y nos arrepentimos, llenándonos de culpa.

Proponernos trabajar en nuestros puntos ciegos para ampliar nuestra conciencia puede ser un hermoso desafío para la lista de deseos de fin de año, porque no solo nos beneficia a nosotros, sino que derrama virtuosamente en toda nuestra red de relaciones.

Nuestros patrones vinculares empiezan a formarse desde que nacemos, a partir de las relaciones (y patrones de apego), que se van construyendo con quienes nos devolvieron sostén, seguridad, ansiedad, rechazo, miradas aprobatorias, amorosas, despreciativas o iracundas que fueron determinantes para la definición de quien hoy somos.

Es ahora nuestro turno para detenernos y hacer consciente qué mecanismos de nuestras historias se activan cuando somos nosotros los que devolvemos actitudes y miradas cargadas de aceptación o negatividad, que también serán fundamentales para quienes las están recibiendo.

Si no hacemos conscientes nuestras heridas, lo más probable es que se activen en momentos que estemos con la guardia baja y nos hagan decir o hacer algo que no queremos, pudiendo lastimar a alguien, arrepentirnos y cargarnos de culpa.

Es acá donde aparecen las palabras mágicas del perdón y el agradecimiento. Porque cuando pedimos perdón genuinamente con un lo siento mucho, perdonamos y, sobre todo cuando nos perdonamos, emerge una liberación en nuestro sentir, que nos regala liviandad, pero a la vez nos da sentido de comunión con nuestra red familiar ascendente, descendente y transversal, entendiendo que somos parte de esa genealogía, que nos invita a crecer en conciencia y amor por nuestra especie.

Trabajar en la liberación de la culpa, enfocarnos en el perdón y en el agradecimiento, nos hace humanos más conscientes para decir chau al 2022 y dar la bienvenida al 2023. ¡Muchas felicidades!

Eugenia Vinocur socióloga con experiencia en planificación y gestión de políticas públicas de salud materno infantil.