RAZA POLÍTICA
El mundo viene experimentando enormes cambios sociales políticos y económicos en lo que va del Siglo XXI. La vida se viene trasegando de la experiencia física a una cada vez más creciente existencia y atención en lo digital. Este paso viene siendo acompañado por una otra manera de acceder a la información a través de las redes sociales, lo que también está configurando las aristas de la política actual, tan cargada de polarización, burbujas culturales y cámaras de eco, de donde la gente sale aturdida y convencidos todos, cada uno por su lado, de que la verdad que ocupa sus cabezas es la única.
Nuestro país no es la excepción a este fenómeno global, que nos golpea a nuestra medida y sobre la base de nuestras propias características e historia. Hasta la primera década del siglo en curso, la diferenciación estaba claramente marcada entre el MAS y la oposición. Hoy en día esas fronteras se vienen diluyendo y reina la tendencia a la fragmentación. La otrora oposición devino en oposiciones y éstas a la vez muestran otra serie de divisiones internas. En el MAS está pasando lo mismo, con autodenominados renovadores y radicales de uno y otro lado, pero también con diferencias al interior de estos grupos.
Sobre estos temas conversamos con el politólogo tarijeño Carlos Saavedra. Nos habla del contexto global y luego abordamos con él las especificidades del caso boliviano. A continuación, el diálogo que tuvo con Animal Político de La Razón.
¿Cómo ves el clima político actual y las polarizaciones que parecen ir marcando el ritmo de la conversación global?
Estoy convencido de que se tiene una intensificación de la polarización como hecho político. Pero, además, yo creo que el conflicto es la esencia de la política. Muchas veces huimos al concepto de conflicto asociándolo mecánicamente con algo negativo, cuando en realidad el conflicto es la esencia que mueve las disputas políticas y que termina confrontando visiones distintas de mundo. Ahora yo siento que está profundizándose la polarización, y eso se ve en el mundo entero, a partir de la misma forma en la cual la gente está consumiendo información. Hoy se tiene una lógica algorítmica de consumo de información y de consumo de producción ideológica. Cada vez más el consumo de información en redes, que es masivo en ciertos segmentos, lo único que hace es confirmar los puntos de vista con que lega la gente y defenestrar los del adversario. Entonces cada día se está más encerrado en una forma de pensar porque sólo consume cosas que refuerzan lo que se piensa. Esta lógica de política algorítmica está haciendo que los segmentos más radicales de la política hoy tengan mucha más preponderancia y sean opciones viables electoralmente en determinados lugares. Hoy los extremos jalan muchísimo en términos electorales. Y así se tiene aquí en la región a José Antonio Kast en Chile, Javier Milei en la Argentina, Jair Bolsonaro en Brasil. Tienes varios ejemplos que se creía que nunca podían haber tenido una opción seria, en lo electoral, que al final se están posicionando todo el poder. Mira lo que ha pasado con el partido Vox en España. Entonces, yo creo que la polarización ha llegado, pero además de la mano de la digitalización, de la mano de la hegemonía de las redes sociales como instrumento de información y de su modelo algorítmico de nutrirse de información. Hay que prestarle mucha atención a ese hecho en lo global, que obviamente decanta en lo local. En Bolivia también estamos viviendo eso.
¿Cómo se da esto en Bolivia?
Yo distinguiría distintos tipos de polarización. Yo creo que está la polarización con causa, que es una polarización más ideológica. Ahí hay una distinción. una forma de ver el país clara, que es la construcción de lo plurinacional como proyecto político, y, al frente, está lo anti plurinacional. En términos ideológicos, esa es la polarización que hay, porque no hay otro proyecto. Aunque se está viendo últimamente que hay algunos esfuerzos por intentar posicionar la necesidad de un estado libertario, parecen son cosas hasta ahora totalmente aisladas, que no son masivas. Pero, son ciertos gérmenes que quieren contagiarse de lo que pasa en países vecinos. Por el momento yo diría que no tienen todavía un gran eco en términos masivos, Con todo, la polarización ideológica en Bolivia se divide en dos: el proyecto plurinacional y los anti masistas, los anti plurinacionales. Donde éstos últimos no necesariamente reflejan un proyecto político de futuro sino la oposición política, económica, cultural a un proyecto de poder que es el que ha guiado el horizonte de futuro en Bolivia hace más de quince años. En términos ideológicos, es esa la polarización.
¿Qué pasa con las disputan internas dentro del MAS?
Ahora bien, pienso que hay otro tipo de polarizaciones que son las que se dan a partir de disputas de espacios de poder. Por ejemplo, yo no creo que haya una gran diferencia ideológica entre las élites cruceñas, que tienen el mismo modelo de pensamiento, pero tienen distintas miradas de cómo pararse ante la política nacional. Pero en el fondo tienen muchas similitudes en su concepción económica, cultural, política del país. Y lo mismo siento que pasa en el MAS. No creo que haya una disputa ideológica ahí; que el modelo de país que plantee Arce o Evo sea diametralmente distinto en lo económico, en lo político, en lo cultural, en el orden simbólico de las cosas. Entonces, esas son ya más polarizaciones a partir de la disputa por los espacios de poder, de la pugna por ámbitos de poder específicos. Desde mi punto de vista, esos son los ejes que ordenan las polarizaciones.
El MAS ha sido muy hábil en instrumentalizar, en construir una causa de poder durante estos años. Y, obviamente, como cualquier proyecto político fuerte y hegemónico, ha construido su horizonte de futuro y su polarización. Entonces, en determinado momento el MAS ha polarizado con el antiguo modelo colonial, neoliberal, patriarcal, de economía abierta, planteando en contra un estado plurinacional más inclusivo, un modelo de economía social, comunitario y productivo. Así, ha habido una polarización que le ha funcionado muy bien en términos electorales porque polarizaba con la oposición. Siento que el gran problema del MAS de hoy en día es que su polarización interna no es ideológica. La gente ve que es una polarización por espacios de poder que puede terminar siendo fratricida en la interna del MAS. Por esto, pienso que hay que distinguir muy bien las clases de polarización presentes en Bolivia.
¿Y entre las oposiciones?
Bueno, definitivamente en política hay que diferenciarse para sobrevivir y hay que saber dónde apuntar. Entonces el camachismo ha construido, a partir del clivaje regional, un discurso muy local exitoso. Un modelo regional que tiene sus características en lo económico, que supuestamente es diferente del país. Entonces, este discurso local con su mirada de la economía y un poco de la política a través del planteamiento del federalismo, y de otros modelos de administración del estado, se diferencia de Comunidad Ciudadana (CC), que al final no se termina de distinguir cuál es su proyecto político. CC termina siendo una fuerza política que es muy ambigua en términos ideológicos. Es natural esto porque a la postre no es un proyecto político, es una junta electoral que va recogiendo candidaturas muy diversas, que va uniendo participación política de distintos actores que no tienen ni siquiera mucho que ver entre ellos. Noto que en Creemos que hay más consistencia, sino ideológica, por lo menos mucha más sintonía discursiva entre lo que plantean respecto a lo que hace CC, que lo percibo como un proyecto político amorfo; que no se termina de decir. Esto es claro, por ejemplo, con la declaración que hizo hace un poco más de un año la senadora Andrea Barrientos. Ella decía que CC tiene más coincidencias ideológicas con el MAS que con Creemos. Eso le costó la jefatura de bancada. Debido a esto surge entonces la duda sobre qué es, en términos ideológicos, CC y con qué polariza. porque no hay una claridad de cuál es el país al que aspira, es un anti masismo light, cuando Creemos es un anti masismo radical. Esa es la polarización que hay ahí, pero al final ninguno de los dos termina de presentarte con claridad un proyecto político, un horizonte de futuro, al país. No terminan de leer la historia con profundidad para decir venimos de acá y vamos hacia allá, que es lo fundamental en construcción de una narrativa política, de discurso, de propuesta ideológica. Esa es en buena medida la distinción entre Creemos y CC. Terminan polarizando sólo a partir de su anti masismo y creo que es su característica, pero no terminan generando proyecto político propio. No digo que eso no sea rentable, yo creo que en algunos lugares el mundo ha terminado siendo rentable, pero cuando además le ha dado le ha dado una propuesta política adicional. Siento que estos partidos todavía están en un ciclo embrionario, esperando a ver si pueden, o no, desarrollar propuestas alternativas de país.
Así las cosas, parece que la polarización es una trampa para las oposiciones, porque las encierra y les impide, desde sus propios convencimientos, dialogar y menos aún incorporar a las mayorías populares e indígenas. ¿No ves en esto una repetición irresoluta de la paradoja señorial de René Zavaleta?
Ellos son la representación de la paradoja señorial zavaletiana porque eso representan esas élites. Percibo que en determinado momento no les interesa incorporar a los espacios de poder a estos otros grupos que el MAS sí ha incorporado, en términos de orden simbólico, en términos de asignación material de espacios de poder, porque al final son los proyectos de las élites y son los proyectos señoriales que obviamente bajo nuevas morfologías más modernas terminan produciéndose. Obviamente, necesitan tener un manto de populismo, pero en el fondo lo que hacen es reproducir esquemas de poder muy conservadores. Al final la apertura que pueden tener estos proyectos políticos termina siendo muy ficcional. Construyen ficciones de inclusión, pero en el fondo quienes terminan tomando las decisiones, quienes terminan siendo los que ordenan esos proyectos políticos, son parte de ciertas élites de poder que lo que hacen es reproducir viejos esquemas que, obviamente, van en contraposición con lo popular. Entonces, hay todavía una contradicción ideológica entre los que defienden lo nacional popular y los señoriales. Con nuevas formas, con nuevas morfologías, pero la contradicción que ha guiado a lo nacional popular versus lo señorial continúa vigente y creo que hay que prestarle atención a eso.
También está el clivaje regional.
Evidentemente, en determinados lugares, como en Santa Cruz, por ejemplo, el empoderamiento de lo indígena, de lo popular, es distinto que en el occidente del país. A pesar de que yo tengo la hipótesis de que hay una Santa Cruz emergente, que todavía no ha terminado de encontrar los liderazgos ni de organizarse, pero que está ahí en un caldo de cultivo latente, y que en cualquier momento va a interpelar. Ya ha interpelado en las calles, pero en cualquier momento también va a empezar a interpelar electoralmente y en disputa de espacios de poder a la Santa Cruz tradicional, que está más vinculada con estas élites señoriales que terminan manejando todavía, bajo lógicas patronales, la política cruceña. Esto está latente creo que esas diferencias son necesarias de marcarlas. Por otro lado, CC tiene una morfología de patronaje señorial, pero de sello más occidental, más paceño urbano. Porque son esos grupos intelectuales, paceños, que de alguna manera antes detentaban el poder, que se han agrupado en estas organizaciones políticas. Pienso que, en términos electorales, han sido derrotados porque todavía la idea vigente, la idea hegemónica de la política, es la nacional popular vinculada a la construcción del Estado plurinacional.
¿Existe la posibilidad de una eventual transición alternativa, ordenada y democrática respecto al MAS?
Yo creo que todavía el MAS termina siendo el gerente del campo político boliviano. Yo creo que va a ser determinante lo que pase al exterior del MAS para el surgimiento de otras expresiones. Hoy en día siento que se está generando el caldo de cultivo para la consolidación de un nuevo liderazgo que recoja las banderas más importantes del Estado plurinacional, pero que también proyecte otros nuevos estandartes. Una suerte de Estado plurinacional 2.0. Esto va a depender mucho de lo que pase al interior del MAS. Si la batalla es más fratricida, tan dura y tiene tanta intensidad, el MAS puede terminar siendo el peor enemigo del MAS y el MAS puede terminar cancelando electoralmente al MAS. Así, una oposición que hoy no tiene una morfología política clara, que no tiene liderazgo, a pesar de todas esas debilidades en términos electorales, puede tomar el poder. Ahora, lo que yo creo es que sí hay, se está generando las condiciones de posibilidad para la formación de un proyecto político renovado que continúe la construcción del Estado plurinacional con lo más importante del orden simbólico material que es reconocido en todo el país, pero también incorporando nuevas formas de administración del poder e incorporando nuevas causas; que haga el link con los nuevos sujetos interpelantes del poder, que son los jóvenes, que tienen otras formas de comunicarse, de ordenarse. Yo creo que se está generando el caldo de cultivo para que se pueda dar una transición. Ahora, la interna MAS va a definir si esa transición es ordenada hacia una lógica de Estado plurinacional 2.0, o si es fratricida, y más bien, a partir de esa implosión que hay en el MAS, hay un espacio para que las fuerzas más conservadoras de derecha puedan tomar el poder.
(*)Pablo Deheza es editor de Animal Político