Recuperar a UNASUR
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Es necesario preservar los avances, mejorar lo que sea necesario y seguir avanzando en la integración sudamericana.
DIBUJO LIBRE
La reciente reunión convocada en Brasilia, por el presidente de Brasil, Lula Da Silva, sobre la restitución y recuperación de la Unión de Naciones Suramericanas, UNASUR, retoma la necesidad de analizar el presente y futuro de este organismo de integración sudamericano. En la última década, UNASUR se convirtió en la instancia alternativa de diálogo político y concertación sudamericana. Durante este tiempo, América Latina tuvo un periodo de recuperación de las economías latinoamericanas en el que se produjo el ascenso de gobiernos progresistas de orientación popular e izquierda. Pero fue la dimensión política, el factor diferencial que dio fundamento a este nuevo mecanismo, que nació con expectativas unánimes, por su acompañamiento a procesos políticos renovadores en la región, y también por el liderazgo del extinto expresidente Hugo Chávez de Venezuela, en la búsqueda de hacer converger y trascender los sistemas de integración de Mercosur y la Comunidad Andina de Naciones, en el área sudamericana.
Sin embargo el giro de orientación política ideológica en los gobiernos de Argentina Brasil y Chile, de la época, así como la proliferación de tensiones internas en varios países, tramito un desgaste del consenso que impulsó el dinamismo político de UNASUR durante su etapa constitutiva de principios y mediados de la primera década del presente siglo. En enero de 2017, el ex presidente colombiano Ernesto Samper dejó la Secretaría General de UNASUR y desde entonces el cargo está vacante porque los doce países que conforman el organismo sudamericano, no se pusieron de acuerdo para elegir a un reemplazo. Esta parálisis institucional apenas disimulada con encuentros políticos eventuales, presencia formal de seguimiento electoral o mínimas acciones sectoriales, se agravo cuando Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay y Perú le notificaron a Bolivia, que ocupaba por entonces la presidencia pro-tempore de UNASUR, que dejarían de participar en las instancias del bloque hasta que se garantice el funcionamiento adecuado de la organización.
Y así pasaron 6 años de metamorfosis política regional en los Estados miembros, en la que acontecieron, desde golpes de Estado, giros a gobiernos de derecha, como también el retorno de gobiernos de izquierda en los países del área sudamericana. Con el regreso de los miembros históricos de UNASUR, Brasil, Argentina y también Colombia, el Presidente Lula convocó, a fines del mes de mayo del presente año, a la cumbre de países sudamericanos en el Palacio de Itamaraty. Fue así que, presidentes de 11 países, Brasil, Venezuela, Colombia, Argentina, Bolivia, Chile, Guyana, Paraguay, Surinam, Uruguay y Perú se volvieron a reunir, luego de 9 años, de realizado un encuentro similar, que tuvo lugar en Guayaquil, Ecuador, durante en la VIII Cumbre de UNASUR, en 2014. El continente sudamericano, tiene una población de casi 450 millones de habitantes, con el mayor y más variado potencial energético del planeta. Si tenemos en cuenta las reservas de petróleo, gas, hierro, litio, hidroelectricidad, biocombustibles, y más de un tercio de las reservas de agua dulce y biodiversidad del mundo, la región constituye un importante mercado de consumo y la quinta economía mundial, con un Producto Interno Bruto (PIB) combinado que ya alcanza los 4 billones de dólares. En este marco, el Presidente Lula -que retoma el rol de su país con la agenda regional y mundial, luego del “aislamiento” provocado por su antecesor-, propuso actualizar proyectos comunes de infraestructura, reactivar la cooperación en salud, acciones coordinadas para enfrentar el cambio climático, crear un mercado energético sudamericano, formar un programa de movilidad regional académica y reanudar la cooperación en el ámbito de la defensa. Además de implementar iniciativas de convergencia regulatoria, facilitando y desburocratizando los procedimientos de exportación e importación de bienes, creando unidades monetarias para comercializar sin la dependencia del dólar.
En este contexto Bolivia es hoy protagonista de este intento de recuperar UNASUR. El Presidente Luis Arce destacó el gran potencial que tienen los países de América del Sur, ya que permiten a la región ingresar a la transición energética, tecnológica y digital.
Nuestro mandatario argumentó que es fundamental trabajar juntos para promover los intereses de la región, pues la pandemia del coronavirus puso al descubierto la importancia de la colaboración en la salud pública, la investigación científica y el intercambio de recursos.
Pero la colaboración tiene que ir más allá del ámbito de la salud para llegar a sectores clave, como la economía, el medio ambiente o la seguridad donde se puede fortalecer las capacidades de respuesta mediante la cooperación regional, ante futuras emergencias sanitarias y otras crisis globales, de acuerdo a necesidades y realidades destaco.
La posición de Bolivia, expresada por el Presidente Arce y en sintonía con Brasil y Argentina, establece que es más fácil corregir y cambiar lo que sea necesario y consensuado de UNASUR, que conformar una nueva institucionalidad que demoraría años y con la incertidumbre de que llegue a su meta, debido principalmente a los intereses internos y externos sobre las riquezas naturales de los países miembros. UNASUR es un mecanismo de diálogo y de concertación política que tuvo el gran valor de unir y abrir una agenda de construcción regional en diversas materias, como defensa, seguridad, democracia, derechos humanos, energía, entre otras.
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La visión amplia de la integración adquirió una gran importancia estratégica para unir al Sur y para conectarla, al mismo tiempo, con otros emergentes mecanismos de concertación política y de integración a nivel de América Latina y el Caribe, como la CELAC. Por ello, que en el actual sistema internacional de configuración de orden multipolar, que permite una mayor gravitación e influjos de los países en vías de desarrollo, UNASUR podría potenciar el bloque sudamericano de países, en la negociación y relación con otros bloques como los BRICS, la Unión Europea y Asia. Pero también protegerse como bloque frente a las amenazas, expresadas hace poco por el Comando Sur, de los Estados Unidos
Finalmente el documento acordado entre los presidentes en Brasilia destaca que : «la integración regional debe ser parte de las soluciones para afrontar los desafíos compartidos en la construcción de un mundo pacífico; el fortalecimiento de la democracia; la promoción del desarrollo económico y social; la lucha contra la pobreza, el hambre y todas las formas de desigualdad y discriminación».
Con el compromiso de trabajar por el incremento del comercio y de las inversiones entre los países de la región; implementar mecanismos de superación de las asimetrías y la importancia de mantener el diálogo regular, con miras a impulsar el proceso de integración en América del Sur y proyectar la voz de la región en el mundo de configuración multipolar.
Por ello el recuperar a UNASUR, deja de ser tan solo un deseo y se convierte en una necesidad.
(*)Hugo Siles Nuñez del Prado es internacionalista y politólogo