La pugna interna conmociona al MAS
Imagen: la razón archivo
La censura y posterior ratificación del ministro Eduardo del Castillo marcan un nuevo hito con consecuencias políticas de enorme relevancia.
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Una conversación con Fernando Mayorga a partir de la censura y posterior ratificación del ministro de Gobierno.
El punto sobre la i
Sin ninguna duda que el hecho político de la semana fue la censura en el parlamento del ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo, seguida por su rampante ratificación en el cargo. El conflicto interno en el MAS venía escalando día a día, acusación tras acusación, insulto tras insulto. Con todo, el episodio ministerial pone las cosas en otro nivel, cruzo un umbral en la disputa.
¿Qué está pasando realmente y en fondo? ¿Por qué ahora y no antes esta separación en la bancada del partido de gobierno? ¿Cómo siguen las cosas en adelante? Estas y otras interrogantes surgen a partido de lo ocurrido. Conversamos al respecto con Fernando Mayorga, sociólogo cochabambino con una amplia producción bibliográfica sobre el MAS y lo nacional-popular en Bolivia.
¿Cómo ves lo sucedido con la censura y la ratificación del ministro Eduardo del Castillo?
Voy a hacer una distinción entre una lectura institucional y una política. Porque hay una lectura general equivocada sobre este hecho y hay mucha confusión. A mi juicio, se ha perdido una oportunidad, otra vez, de avanzar en la implementación de la Constitución y sus avances. ¿Qué implicó incorporar en la Constitución Política del Estado (CPE) la censura a los ministros mediante dos tercios de voto, lo que llevaba automáticamente a su destitución? Implicaba limitar, restringir, reducir el presidencialismo. O sea, todos aquellos que hablan de concentración de poder, desde que el MAS está en el gobierno, no admitieron, no reconocen, que hubo en el diseño institucional esta esta regla de reducción. En el pasado había censura, pero la censura no tenía carácter vinculante, la destitución no era automática. Por eso el presidente tenía la potestad de aceptar o rechazar la decisión del legislativo y cambiar ministro o ratificarlo, cosa que hizo Evo Morales en 2007. El presidente tenía atribuciones para aceptar o rechazar la opinión del legislativo. En el nuevo orden constitucional, esto no es así. Y eso es lo que, por ejemplo, hizo Jeanine Añez al no acatar determinaciones de la bancada del MAS en el caso de Arturo Murillo, de Fernando López y de Víctor Hugo Cárdenas.
Por eso Eva Copa promovió la elaboración de una ley para evitar esa burla. Y lo que hace ahora el gobierno es, también una conducta similar, de buscar una coartada legal para que no se materialice esa norma constitucional. Que, a mi juicio, es una mirada más genérica, dejando de lado la relación de fuerzas en un gobierno determinado, insisto en que era una medida importante en términos de restricción del decisionismo presidencial. Y creo que, al actuar en función de la coyuntura, el gobierno opta por la ratificación y creo que eso es un elemento negativo en esta lógica de establecer la Constitución, de darle ciertos límites al decisionismo presidencial. Ese es un tema.
¿Qué queda entonces?
Ahora tenemos dos escenarios de disputa entre en el MAS entre liderazgos o entornos de Evo Morales y de Luis Arce. Uno es una es la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) y otro es el partido.
En la ALP se expresó ya la postura crítica de un porcentaje de asambleístas que siguen la postura Evo Morales y de las direcciones del MAS que han dicho de manera abierta que no forman parte del Gobierno, que son críticos y, en ese sentido, que son una suerte de oposición constructiva, para diferenciarse de las otras oposiciones. Pero, en el tema del seguimiento a la gestión, la fiscalización, se termina por ligar la misma a estas estrategias electorales en función de las candidaturas presidenciales para 2025. Se convierte en una arena para dirimir esa disputa. Entonces, aparece una oportunidad para debilitar el poder del presidente, atacando a un hombre fuerte del Gobierno (Eduardo del Castillo), que además respondía a otras quejas internas en esta disputa. Entonces, ahí se junta fiscalización, crítica y cuestionamiento al ministro, pero como parte de esta disputa por quién va a encaminar la definición de la candidatura presidencial en 2025.
Eso se une además con la convocatoria al Congreso del MAS, que es el otro escenario donde se va a manifestar esta pugna. Entonces, ¿qué sucede casi en paralelo? El discutir esta confrontación en ese otro escenario partidista. Como antecedente, hay una decisión, hay una resolución de los interculturales, dirigida a quitarle la autoridad de representatividad al vicepresidente del partido, Gerardo García. Algo que, en términos estatutarios, no tiene pertinencia. Si bien hay una delegación de parte de las organizaciones respecto a quienes van a estar en la dirección, no se puede quitar el mandato. Pero esta era una señal de ir a menoscabar la fuerza, el poder de Evo Morales dentro del MAS. Entonces, frente a eso, viene esta decisión de convocar al Congreso.
¿La convocatoria al Congreso precipitó las cosas?
Es preciso tener siempre presente que octubre es el plazo límite establecido por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) para la adecuación de las estructuras partidistas a los estatutos reformados. El MAS hace un año aprobó su nuevo estatuto y estaba pendiente que se lleve a cabo la elección de directiva, la renovación, la adecuación al nuevo estatuto.
Es decir, existe una restricción externa que obliga a la realización del Congreso y no es solamente cálculo, pero se hace. Se convoca con esta anticipación como respuesta a este intento, a través de los interculturales, de debilitar el esquema de Evo Morales dentro del partido. Pasa a ser, por lo tanto, un escenario de disputa en el cual Evo Morales tiene mayor presencia. Es más, la convocatoria establece como sede Lauca Eñe y habrá que ver qué va a suceder en los congresos departamentales pendientes.
Ahí se va a poner de manifiesto algo que he sostenido desde que Evo volvió a Bolivia y es que el único recurso de poder institucional que le quedaba del pasado era la presidencia del partido. Entonces va a venir esta discusión muy interesante, en un movimiento que es tachado de populista, que el debate de carácter reglamentario e hiper institucionalista, porque tiene que ver con requisitos para ser dirigente; para participar en el Congreso; para ser postulado y para todo lo que tiene que ver con la actividad de militancia. Se han introducido elementos de antigüedad, de registro en el padrón biométrico, etcétera. Esto va a implicar que muchos dirigentes se van a quedar sin posibilidades cumplir lo necesario para seguir como tales. Y ahí habrá que ver si se cuestiona la reelección de Evo Morales como presidente del MAS, que en su estrategia es clave para su plan hacia 2025. En lo partidario están estos Congresos departamentales y el Congreso nacional, donde las partes van a actuar.
¿Qué pasa con las oposiciones?
Es evidente que el caso de ALD hay un componente distinto, porque ahí en el marco de esta disputa interna, opera la oposición. Es muy irónico que la oposición ahora reclame que se respete el primer poder del Estado, que la Asamblea Legislativa es la expresión de la voluntad popular. Ahora hablan de eso, pero cuando los dos tercios eran del MÁS o al menos la mayoría, para ellos no tenía ese carácter tan democrático. Con todo, la oposición, que no tiene incidencia en el proceso político, puede ahora sí, sumar sus votos en el marco de esta disputa. El resultado final es el debilitamiento del Gobierno.
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Aquí abro otra lectura institucionalista y es la figura del gobierno dividido. Esto se da cuando el partido del presidente no tiene apoyo en las dos cámaras. Eso le pasó a Evo Morales en su primer el gobierno. En ese momento el Senado tenía mayoría opositora, incluso tenía capacidad de veto y puso restricciones.
Cuando entra Luis Arce, tenía mayoría. No dos tercios, pero mayoría en las dos cámaras de la ALP. Ahora, con esta fractura en la bancada, que a mi juicio es volátil, creo que habrá votaciones fluctuantes. Eso sí, con esta fractura en la bancada del MAS y en una coincidencia de votación anti presidente en la oposición, se tiene la pérdida por parte de Arce de la mayoría parlamentaria necesaria para apoyar sus decisiones. Esta es una figura de gobierno dividido, pero de carácter circunstancial, no permanente, porque unas votaciones u otras interpelaciones no cuentan con un voto, digamos, uniforme.
¿Cómo ves las cosas hacia adelante?
Habrá que ver qué sucede cuando se discutan medidas que tengan que ver con la política económica. Eso sí, ya estamos ante una señal preocupante, porque puede darse una reiteración de este tipo de relación entre Ejecutivo y Legislativo y eso tiene consecuencias no solamente para la gobernabilidad en términos de reposición de la estabilidad política, sino para, encarar lo realmente complejo, que es este contexto económico que tiene varias aristas preocupantes y negativas.
¿Votaciones fluctuantes?
Más que fluctuantes, contingentes, dependiendo del tema de la agenda legislativa. En el caso de la última interpelación hubo coincidencias entre oposición y la fracción del MAS critica al gobierno. Lo curioso es que el tema en cuestión no era la política pública, no era la seguridad interna, no era nada que tenga que ver con la polarización política.
¿En qué ayuda lo ocurrido?
Como que recién se están poniendo las cosas claras. Si uno escucha el tenor del discurso del ministro ratificado y del propio presidente y luego escucha la reacción en los tuiteos de Evo Morales, como que ya se están poniendo las cosas más explícitas. Y eso ojalá ayude a que a partir de las posturas de emisores discursivos que son decisivos, que son actores estratégicos, se ordenen los demás porque a eso es a lo que hay que apuntar. Se requiere distinguir, establecer quiénes son los actores estratégicos en esta pugna interna del MAS. Actor estratégico es aquel que tiene capacidad para definir el rumbo de las decisiones, para generar conflicto o para evitarlo. Hay que ver quiénes son importantes en eso y el resto de las voces estridentes cargadas de anatemas, insultos, acusaciones, no tienen ninguna importancia.
¿Y las organizaciones sociales?
Luego está ese tema clave, que es la relación y el rol de las organizaciones sociales. Yo estaba resaltando, hasta ahora y todavía sigo con esa idea, que esta disputa, la existencia de estas dos tendencias, es algo de carácter cupular. Esto porque las bases, o sea, las organizaciones sociales, no se alineaban. Mi ejemplo es bien simple. En diciembre del año pasado, Evo Morales convocó a un acto en Sacaba para festejar el aniversario de la primera victoria electoral con mayoría absoluta, la del 2005. Fueron todas las organizaciones, todo el pacto de unidad. No fue el presidente, tampoco el vicepresidente del Estado. Pero estaban todos ahí. El 22 de enero se hace un acto para el aniversario del Estado plurinacional en La Paz. No fue Evo Morales, porque lo invitan de una manera un poco de descortés. Y fueron todas las organizaciones sociales. Y cuando estaba hablado el presidente, el vicepresidente, y todos decían que están con Luis Arce.
Veo que están con los dos. A cada uno le reconocen su rol y están ahí. Entonces, el día de la notificación al ministro, estaba todo el pacto de unidad. Y uno observa el inicio de los discursos del ministro y del presidente hacen una enumeración de todos los dirigentes mencionados de manera personal. Entonces, si uno le escucha las declaraciones de los dirigentes de las organizaciones matrices, son siempre muy cautelosas. No entran en este festival de mutuas acusaciones y descalificaciones. Es otro tenor. Y eso, ahí sí se manifiesta esta demanda de unidad y demás. Y ese va a ser el tema clave en esta reyerta en el legislativo, para ver la presencia de dirigentes de organizaciones en la ratificación. Ahí está claro que hay respaldo de la gente al presidente. Habrá que ver el rumbo que tome al Congreso nacional ordinario, que implica la elección o sustitución de Evo Morales como presidente del MAS. Habrá que ver qué pasa con el comportamiento de las organizaciones.
(*)Pablo Deheza es editor de Animal Político