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‘Reforma de la justicia’, ese proceso

Bolivia reforma su justicia desde hace al menos 30 años; por supuesto con avances y retrocesos; el punto hoy día es continuar, acelerar.

/ 5 de febrero de 2023 / 08:22

La reforma de la justicia no se reduce a un cambio de la Constitución, ni a una ‘cumbre’; es un proceso de nunca acabar.

El punto sobre la i

En relación al referendo de reforma parcial de la Constitución que “juristas independientes” intentan que haya antes de las elecciones y que a la fecha está en su fase de recolección de firmas, existe la polémica sobre si este proceso concluirá a tiempo para modificar la forma de selección de los candidatos a la elección de octubre- noviembre de 2023. Se viene instalando en los medios que si no se logra esto, la “reforma de la justicia” será postergada hasta las próximas elecciones judiciales, en 2029.

No es cierto. Como se verá en las siguientes líneas, la reforma de la justicia no es tal o cual evento, cumbre o reforma parcial de la Constitución; ante todo es un proceso que empezó hace más de 30 años, que, claro está, no ha sido lineal y progresivo, sino complejo, de altas y bajas, de avances y retrocesos. Y el futuro de la reforma, no cabe duda, seguirá siendo así, mal que bien, paso a paso.

Desde el año pasado se vienen llevando a cabo los llamados “Diálogos plurales para la transformación de la justicia en Bolivia”, un esfuerzo entre la Vicepresidencia del Estado, el Ministerio de Justicia y la representación del Sistema de Naciones Unidas en el país (en el primero también estuvo la Fundación Friedrich Ebert, FES-Bolivia). En 2022 se efectuaron cuatro de estos diálogos; para 2023 se proyectan al menos cuatro. No deja de ser oportuno lo debatido allí. Va, entonces, una síntesis con base tanto en el texto Justicia, la reforma impostergable que publicó FES-Bolivia en agosto sobre el primer encuentro, como el resumen de los cuatro diálogos que gentilmente la representación de Naciones Unidas proporcionó a Animal Político.

Como cierre, va un “derecho a la defensa” del Tribunal Supremo de Justicia.

¿NADA? El primer llamado de atención que hacen los Diálogos es que de una vez hay que desechar la idea de que en el país no se ha hecho nada en la reforma de la justicia. “Se advierten coincidencias en sentido de que Bolivia desde hace 30 años inició un proceso de reforma del sistema de justicia, y si bien se identifican avances importantes, es necesario generar un proceso de autocrítica constructiva”, apunta el Resumen de Naciones Unidas.

Al respecto, el oficial de la Fundación para el debido proceso, Ramiro Orías Arredondo, en el primer encuentro (julio de 2022) observaba que “en un primer momento se focalizó el esfuerzo a cambiar su diseño organizacional, luego se intentó mejorar la gestión judicial; también se ha buscado reformar sus procedimientos e incluso se han experimentado los más diversos modelos de nombramiento de sus máximas autoridades. (…) Se han promovido reformas procesales, se han aprobado nuevos códigos, nuevas instituciones, reformas legislativas inacabadas, mecanismos de acceso a la justicia… Parece que hemos intentado de todo, pero nada ha funcionado de manera satisfactoria y para todos”.

Con mayores o menores avances en esta serie de transformaciones, Orías Arredondo acusa directamente al sistema político: “Lo que ocurre es que en este tiempo no se ha enfrentado con decisión la agenda de independencia, transparencia, probidad e integridad judicial. Sin esto cualquier iniciativa de reforma no será sostenible ni duradera en el largo plazo. Así, la reforma judicial no solo es impostergable, sino que constituye tal vez la deuda pendiente que tiene el sistema político con la democracia boliviana”.

En coincidencia, el ministro de Justicia, Iván Lima, enfatiza en el carácter incremental de las reformas: “Yo estoy convencido de que lo que hemos hecho en el país es acumulativo. Los últimos 30 años hemos hecho reformas y estamos en una mejor situación”. El ministro cuenta que cuando él empezó su carrera, en 1997, había prisión por deudas, una persona podía quedarse en las celdas policiales más de 30 días, y la gente en verdad no tenía certeza de que sus procesos algún día terminarían. “Entonces, decir que estamos tan mal y que estamos en el peor momento de la historia no es decirle la verdad al pueblo boliviano”, sentencia el ministro.

INDEPENDENCIA. En lo relativo a la independencia judicial, que para muchos es el problema, Lima plantea no mitificar el hecho como un eterno inalcanzable: “Cuando dicen que hay un discurso de independencia judicial y que no hay independencia judicial en el país, están diciendo algo que no es real. Cada juez es el que construye su independencia, y eso se lo van a decir todos los tratados de derecho judicial. Entonces, creo que la independencia de la justicia se va construyendo con la actitud de todos y cada uno de los que quieren ir a hacer esa transformación de la justicia, no con discursos de café”.

Con respecto a la falta de independencia judicial, el expresidente de la otrora Corte Suprema de Justicia Eduardo Rodríguez Veltzé fustigó el rol que tuvo, por ejemplo, la Fiscalía en la crisis de 2019; “Si habíamos tenido estos episodios de vulneración del orden constitucional, ¿dónde estaba la autoridad llamada a impugnarlos?, ¿dónde estaba el titular de la acción penal pública, el señor Fiscal General del Estado? Al contrario, no lo hizo, se puso a perseguir a otras autoridades y exautoridades y esos jueces también procesaron a los ciudadanos. Hace pocos días, en Argentina, nuestro Presidente reclamaba y decía: ‘Pero si son los mismos jueces y fiscales que nos juzgan’. Ese es el problema, esa fue una manifestación de falta de independencia”.

El tema del segundo diálogo fue la “Asignación presupuestaria del Órgano Judicial y su administración”.

Como era natural, de entrada se afirma la baja asignación de recursos al sistema judicial en relación al Presupuesto General del Estado (PGE).

“El presupuesto asignado al Órgano Judicial por parte del TGN en los últimos cinco años osciló entre 0,24% y 0,35%, es decir, que no alcanzó ni el 1% del PGE, ese monto solo representa casi 40%, mientras que el restante 60% proviene de recursos propios; no obstante, en los últimos años se advirtió que estos recursos llegan a una ejecución promedio de 90%; el Órgano Judicial solo tiene presencia en 49% de los municipios, lo cual implica que en el restante 51% la ciudadanía no cuenta con un acceso directo a la justicia ordinaria; por otra parte, 62% de los juzgados y tribunales se encuentran en ciudades capitales y 38% en provincias, por lo cual, la posibilidad de incrementar el presupuesto debería estar destinado a ampliar el derecho de acceso a la justicia de la ciudadanía”, apunte el Resumen de la ONU.

Al respecto, el ministro Lima cuestiona. Desde 2006, dice, el presupuesto del Órgano Judicial “se ha incrementado de 200 millones a más de mil millones de bolivianos”; con todo, si bien reconoce la baja asignación en relación al presupuesto total, no deja de cuestionar a la administración judicial: “Asignamos el 0,5% del presupuesto, de verdad. Piden el 3%. ¿En qué se va a gastar ese presupuesto?, ¿cómo vamos a ir construyendo ese presupuesto para que nos garantice acceso a la justicia?”.

Un aspecto que destaca el Resumen de Naciones Unidas es la demanda de los participantes de “introducir la perspectiva de género con un enfoque interseccional en la planificación y programación del presupuesto, lo cual implica no solo medidas en resguardo de mujeres que requieren acceder al sistema de justicia sino también en remover todas las barreras para que una población diferenciada pueda acceder a la justicia desde sus diferencias; de acuerdo a estándares internacionales y las recomendaciones efectuadas por organismos internacionales de derechos humanos”.

PRESUPUESTO.

Un punto intermedio inmediato para encarar la limitación presupuestaria, se sugirió en el encuentro, puede ser “asignar un presupuesto fijo para todas las entidades del sector justicia, eso implica el Órgano Judicial, Ministerio Público y Defensa Pública”. Un porcentaje fijo que no pueda ser reducido y que deba ser asignado “aun en tiempos en que el Estado está afrontando restricciones presupuestarias, circunstancia que solo se podría garantizar a partir de normas que fijen esos presupuestos”.

El tercer conversatorio fue vinculado al fortalecimiento de la Justicia Indígena Originaria Campesina (JIOC). No deja de ser importante el planteamiento del tema: “Identificar el estado de situación de la JIOC, su reconocimiento, institucionalidad, su relación con la justicia ordinaria y los mecanismos de cooperación y coordinación”.

En la cita, destaca el apunte ONU, se recordó que el proceso constituyente dio al menos tres mandatos: “que para la jurisprudencia constitucional deberían ser esenciales: la restitución territorial para los pueblos indígenas; la reconstitución de sus instituciones, lo que implica el ejercicio pleno de sus sistemas jurídicos y políticos; y, generar procesos de igualación, porque se tienen históricas relaciones de asimetría, especialmente en relación a pueblos indígenas y mujeres indígenas”.

Y he aquí la insistencia que hubo al primordial rol que en este punto debiera tener el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP). Aparte de mantener su “composición plural” (representación indígena, pero también “de una lógica de paridad y complementariedad del chacha warmi”), en la resolución de controversias que le lleguen acerca de la relación justicia ordinaria versus justicia indígena, el TCP debería “sostener una línea jurisprudencial que respete los estándares más altos en pluralismo jurídico de tipo igualitario, materializando la Constitución, dejando de lado interpretaciones formalistas y ritualismos extremos que niegan el acceso a la justicia constitucional a los pueblos indígenas”. (Resumen de ONU)

También se le recomienda al TCP fortalecer los procedimientos de consulta de las autoridades de las naciones y pueblos indígenas en relación a la aplicación de sus normas, “tomando como premisa que, de acuerdo al modelo constitucional, la ley ya no es la única fuente directa de derecho, que lo son también las normas, procedimientos, principios y valores de los pueblos indígenas”; además de “fortalecer los mecanismos de interacción entre la jurisdicción indígena, ordinaria y agroambiental, a través de los diálogos interjurisdiccionales”; y, algo capital, recursos: “Se requiere que el Estado invierta en la institucionalización de la JIOC, destinando presupuesto para la administración de la jurisdicción indígena, dotando de infraestructura o casas de justicia a nivel nacional, introduciendo los principios y valores de la justicia indígena en la formación y capacitación de los operadores del sistema de justicia”.

Pero también hubo miradas críticas a las propias comunidades indígenas: prevenir el “latente peligro de la politización de la jurisdicción indígena originaria campesina, y que se asimile las taras de la administración de la justicia ordinaria”. Problema para la justicia indígena también es, apunta el Resumen, el que hay una “resistencia al cambio judicial por parte de las propias bases indígenas, que siguen demandando sus pleitos directamente en la justicia ordinaria”, restando validez a las formas originarias de resolver tale o cuales conflictos.

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ACCESO. Finalmente, el cuarto encuentro en 2022, que abordó el “Acceso a la Justicia priorizando grupos en situación de vulnerabilidad”. La virtud de esta mesa fue mostrar que el esfuerzo “para transformar el sistema de justicia no puede seguir enfocándose solo en el diseño o en la modificación de leyes o códigos, sino que también se debe enfocar en los procesos de implementación de la norma, de una gestión por resultados, lo cual implica el uso de información a través de los sistemas informáticos que sirvan para la toma de decisiones para mejorar el servicio; generar procesos de evaluación sobre la implementación de diferentes diseños normativos a fin de promover adecuaciones prontas y pertinentes”.

Interesa prestar especial atención, se insistió, en “identificar cuáles deberían ser las potenciales rutas críticas en materia de acceso a la justicia por parte de población en situación de vulnerabilidad: mujeres, niños, indígenas, personas con discapacidad, población LGBT, personas privadas de libertad, víctimas de violencia basada en género, entre otros”.

En 2023, informó el viceministro de Justicia, César Siles, se prevé continuar con encuentros sobre independencia judicial, la elección de las máximas autoridades, la carrera judicial y, para cerrar, una revisión de la estructura misma del Órgano Judicial, “a partir de posibles modificaciones a la Ley del Órgano Judicial, que incluso el propio Tribunal Supremo de Justicia ya presentó un proyecto de ley a la Asamblea Legislativa”.

DEFENSA. En el ya habitual Informe de Gestión 2022 e Inauguración del Año Judicial 2023, que cada año publica el Tribunal Supremo de Justicia, es de mucha utilidad el Informe de la Presidencia.

En su discurso de inauguración del Año Judicial, el presidente del TSJ, Ricardo Torres Echalar, de entrada reclama que “lo pertinente no es hablar de la crisis del Órgano Judicial, sino de la crisis del Sistema de Justicia de Bolivia”, implicando esta crisis por lo menos al Ministerio Público, a la Policía Nacional y al Régimen Penitenciario, además del Órgano Judicial.

En cuanto a la retardación de justicia, que simplemente es, dice, no tramitar los procesos judiciales dentro los plazos establecidos por la ley, un problema de fondo es la carga procesal, destaca: por ejemplo, en Santa Cruz, hay un juez para 22.603 habitantes, para 24.483 en Pando, para 15.774 en Cochabamba, cuando la recomendación internacional es que “por cada 10.000 habitantes haya un juez”.

En lo relativo a la independencia judicial, el magistrado Torres Echalar aún lamenta que “de los 1.098 jueces de la Jurisdicción Ordinaria, 489 jueces no son de carrera, lo que, sin lugar a dudas afecta directamente a la independencia judicial”.

En cuanto a la modernización del sistema con la incorporación de nuevas tecnologías, el magistrado apunta a que pese a que ya se cuenta con un Sistema de Registro de Causas (Sirej) y varios programas informáticos que ayudan en dar mayor celeridad a los trámites, “sin embargo, todo esto es insuficiente, no tenemos aún un Sistema de Gestión de Causas como Órgano Judicial, que nos permita interoperar con otros entes, e incorporar en todas las materias, la firma digital, la ciudadanía digital, herramientas que sin lugar a dudas generarán mayor transparencia en la labor judicial”.

Y, para encarar la mora judicial, Torres Echalar, relieva que lo que pudo hacer el TSJ fue refuncionalizar, ampliar o reasignar competencias a 147 jueces (14% del total de jueces ordinarios), con lo que se logró:

– “Hasta antes del 18 de agosto de 2022, no existía ningún Juez Instructor especializado en Violencia hacia la Mujer; ahora existen 10 nuevos jueces”.

– “Hasta antes de la referida fecha, no existía ni un solo juez de instrucción anticorrupción; ahora existen cuatro jueces”.

– “Hasta antes que se implemente esta iniciativa, a nivel nacional existían 70 jueces de Sentencia Penal; ahora existen 86”.

– “Antes existían 2 jueces de Sentencia Anticorrupción y Contra la Violencia hacia la Mujer; ahora existen 9, y, desde el punto de vista de la especialidad, antes no existía ni un solo Juez de Sentencia que atienda únicamente violencia hacia la mujer; ahora existen 15 nuevos jueces de Sentencia”.

 (*)Iván Bustillos es periodista de La Razón

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Polarizaciones y fragmentaciones, el puzle político boliviano

Una conversación con el politólogo Carlos Saavedra sobre las tendencias a la división entre y dentro de las oposiciones y el oficialismo.

La polarización se torna en la nueva normalidad y se manifiesta no sólo entre oficialismo y oposición, sino también dentro de ambos.

Por Pablo Deheza

/ 9 de julio de 2023 / 06:45

RAZA POLÍTICA

El mundo viene experimentando enormes cambios sociales políticos y económicos en lo que va del Siglo XXI. La vida se viene trasegando de la experiencia física a una cada vez más creciente existencia y atención en lo digital. Este paso viene siendo acompañado por una otra manera de acceder a la información a través de las redes sociales, lo que también está configurando las aristas de la política actual, tan cargada de polarización, burbujas culturales y cámaras de eco, de donde la gente sale aturdida y convencidos todos, cada uno por su lado, de que la verdad que ocupa sus cabezas es la única.

Nuestro país no es la excepción a este fenómeno global, que nos golpea a nuestra medida y sobre la base de nuestras propias características e historia. Hasta la primera década del siglo en curso, la diferenciación estaba claramente marcada entre el MAS y la oposición. Hoy en día esas fronteras se vienen diluyendo y reina la tendencia a la fragmentación. La otrora oposición devino en oposiciones y éstas a la vez muestran otra serie de divisiones internas. En el MAS está pasando lo mismo, con autodenominados renovadores y radicales de uno y otro lado, pero también con diferencias al interior de estos grupos.

Sobre estos temas conversamos con el politólogo tarijeño Carlos Saavedra. Nos habla del contexto global y luego abordamos con él las especificidades del caso boliviano. A continuación, el diálogo que tuvo con Animal Político de La Razón.

¿Cómo ves el clima político actual y las polarizaciones que parecen ir marcando el ritmo de la conversación global?

Estoy convencido de que se tiene una intensificación de la polarización como hecho político. Pero, además, yo creo que el conflicto es la esencia de la política. Muchas veces huimos al concepto de conflicto asociándolo mecánicamente con algo negativo, cuando en realidad el conflicto es la esencia que mueve las disputas políticas y que termina confrontando visiones distintas de mundo. Ahora yo siento que está profundizándose la polarización, y eso se ve en el mundo entero, a partir de la misma forma en la cual la gente está consumiendo información. Hoy se tiene una lógica algorítmica de consumo de información y de consumo de producción ideológica. Cada vez más el consumo de información en redes, que es masivo en ciertos segmentos, lo único que hace es confirmar los puntos de vista con que lega la gente y defenestrar los del adversario. Entonces cada día se está más encerrado en una forma de pensar porque sólo consume cosas que refuerzan lo que se piensa. Esta lógica de política algorítmica está haciendo que los segmentos más radicales de la política hoy tengan mucha más preponderancia y sean opciones viables electoralmente en determinados lugares. Hoy los extremos jalan muchísimo en términos electorales. Y así se tiene aquí en la región a José Antonio Kast en Chile, Javier Milei en la Argentina, Jair Bolsonaro en Brasil. Tienes varios ejemplos que se creía que nunca podían haber tenido una opción seria, en lo electoral, que al final se están posicionando todo el poder. Mira lo que ha pasado con el partido Vox en España. Entonces, yo creo que la polarización ha llegado, pero además de la mano de la digitalización, de la mano de la hegemonía de las redes sociales como instrumento de información y de su modelo algorítmico de nutrirse de información. Hay que prestarle mucha atención a ese hecho en lo global, que obviamente decanta en lo local. En Bolivia también estamos viviendo eso.

¿Cómo se da esto en Bolivia?

Yo distinguiría distintos tipos de polarización. Yo creo que está la polarización con causa, que es una polarización más ideológica. Ahí hay una distinción. una forma de ver el país clara, que es la construcción de lo plurinacional como proyecto político, y, al frente, está lo anti plurinacional. En términos ideológicos, esa es la polarización que hay, porque no hay otro proyecto. Aunque se está viendo últimamente que hay algunos esfuerzos por intentar posicionar la necesidad de un estado libertario, parecen son cosas hasta ahora totalmente aisladas, que no son masivas. Pero, son ciertos gérmenes que quieren contagiarse de lo que pasa en países vecinos. Por el momento yo diría que no tienen todavía un gran eco en términos masivos, Con todo, la polarización ideológica en Bolivia se divide en dos: el proyecto plurinacional y los anti masistas, los anti plurinacionales. Donde éstos últimos no necesariamente reflejan un proyecto político de futuro sino la oposición política, económica, cultural a un proyecto de poder que es el que ha guiado el horizonte de futuro en Bolivia hace más de quince años. En términos ideológicos, es esa la polarización.

¿Qué pasa con las disputan internas dentro del MAS?

Ahora bien, pienso que hay otro tipo de polarizaciones que son las que se dan a partir de disputas de espacios de poder. Por ejemplo, yo no creo que haya una gran diferencia ideológica entre las élites cruceñas, que tienen el mismo modelo de pensamiento, pero tienen distintas miradas de cómo pararse ante la política nacional. Pero en el fondo tienen muchas similitudes en su concepción económica, cultural, política del país. Y lo mismo siento que pasa en el MAS. No creo que haya una disputa ideológica ahí; que el modelo de país que plantee Arce o Evo sea diametralmente distinto en lo económico, en lo político, en lo cultural, en el orden simbólico de las cosas. Entonces, esas son ya más polarizaciones a partir de la disputa por los espacios de poder, de la pugna por ámbitos de poder específicos. Desde mi punto de vista, esos son los ejes que ordenan las polarizaciones.


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El MAS ha sido muy hábil en instrumentalizar, en construir una causa de poder durante estos años. Y, obviamente, como cualquier proyecto político fuerte y hegemónico, ha construido su horizonte de futuro y su polarización. Entonces, en determinado momento el MAS ha polarizado con el antiguo modelo colonial, neoliberal, patriarcal, de economía abierta, planteando en contra un estado plurinacional más inclusivo, un modelo de economía social, comunitario y productivo. Así, ha habido una polarización que le ha funcionado muy bien en términos electorales porque polarizaba con la oposición. Siento que el gran problema del MAS de hoy en día es que su polarización interna no es ideológica. La gente ve que es una polarización por espacios de poder que puede terminar siendo fratricida en la interna del MAS. Por esto, pienso que hay que distinguir muy bien las clases de polarización presentes en Bolivia.

¿Y entre las oposiciones?

Bueno, definitivamente en política hay que diferenciarse para sobrevivir y hay que saber dónde apuntar. Entonces el camachismo ha construido, a partir del clivaje regional, un discurso muy local exitoso. Un modelo regional que tiene sus características en lo económico, que supuestamente es diferente del país. Entonces, este discurso local con su mirada de la economía y un poco de la política a través del planteamiento del federalismo, y de otros modelos de administración del estado, se diferencia de Comunidad Ciudadana (CC), que al final no se termina de distinguir cuál es su proyecto político. CC termina siendo una fuerza política que es muy ambigua en términos ideológicos. Es natural esto porque a la postre no es un proyecto político, es una junta electoral que va recogiendo candidaturas muy diversas, que va uniendo participación política de distintos actores que no tienen ni siquiera mucho que ver entre ellos. Noto que en Creemos que hay más consistencia, sino ideológica, por lo menos mucha más sintonía discursiva entre lo que plantean respecto a lo que hace CC, que lo percibo como un proyecto político amorfo; que no se termina de decir. Esto es claro, por ejemplo, con la declaración que hizo hace un poco más de un año la senadora Andrea Barrientos. Ella decía que CC tiene más coincidencias ideológicas con el MAS que con Creemos. Eso le costó la jefatura de bancada. Debido a esto surge entonces la duda sobre qué es, en términos ideológicos, CC y con qué polariza. porque no hay una claridad de cuál es el país al que aspira, es un anti masismo light, cuando Creemos es un anti masismo radical. Esa es la polarización que hay ahí, pero al final ninguno de los dos termina de presentarte con claridad un proyecto político, un horizonte de futuro, al país. No terminan de leer la historia con profundidad para decir venimos de acá y vamos hacia allá, que es lo fundamental en construcción de una narrativa política, de discurso, de propuesta ideológica. Esa es en buena medida la distinción entre Creemos y CC. Terminan polarizando sólo a partir de su anti masismo y creo que es su característica, pero no terminan generando proyecto político propio. No digo que eso no sea rentable, yo creo que en algunos lugares el mundo ha terminado siendo rentable, pero cuando además le ha dado le ha dado una propuesta política adicional. Siento que estos partidos todavía están en un ciclo embrionario, esperando a ver si pueden, o no, desarrollar propuestas alternativas de país.

Así las cosas, parece que la polarización es una trampa para las oposiciones, porque las encierra y les impide, desde sus propios convencimientos, dialogar y menos aún incorporar a las mayorías populares e indígenas. ¿No ves en esto una repetición irresoluta de la paradoja señorial de René Zavaleta?

Ellos son la representación de la paradoja señorial zavaletiana porque eso representan esas élites. Percibo que en determinado momento no les interesa incorporar a los espacios de poder a estos otros grupos que el MAS sí ha incorporado, en términos de orden simbólico, en términos de asignación material de espacios de poder, porque al final son los proyectos de las élites y son los proyectos señoriales que obviamente bajo nuevas morfologías más modernas terminan produciéndose. Obviamente, necesitan tener un manto de populismo, pero en el fondo lo que hacen es reproducir esquemas de poder muy conservadores. Al final la apertura que pueden tener estos proyectos políticos termina siendo muy ficcional. Construyen ficciones de inclusión, pero en el fondo quienes terminan tomando las decisiones, quienes terminan siendo los que ordenan esos proyectos políticos, son parte de ciertas élites de poder que lo que hacen es reproducir viejos esquemas que, obviamente, van en contraposición con lo popular. Entonces, hay todavía una contradicción ideológica entre los que defienden lo nacional popular y los señoriales. Con nuevas formas, con nuevas morfologías, pero la contradicción que ha guiado a lo nacional popular versus lo señorial continúa vigente y creo que hay que prestarle atención a eso.

También está el clivaje regional.

Evidentemente, en determinados lugares, como en Santa Cruz, por ejemplo, el empoderamiento de lo indígena, de lo popular, es distinto que en el occidente del país. A pesar de que yo tengo la hipótesis de que hay una Santa Cruz emergente, que todavía no ha terminado de encontrar los liderazgos ni de organizarse, pero que está ahí en un caldo de cultivo latente, y que en cualquier momento va a interpelar. Ya ha interpelado en las calles, pero en cualquier momento también va a empezar a interpelar electoralmente y en disputa de espacios de poder a la Santa Cruz tradicional, que está más vinculada con estas élites señoriales que terminan manejando todavía, bajo lógicas patronales, la política cruceña. Esto está latente creo que esas diferencias son necesarias de marcarlas. Por otro lado, CC tiene una morfología de patronaje señorial, pero de sello más occidental, más paceño urbano. Porque son esos grupos intelectuales, paceños, que de alguna manera antes detentaban el poder, que se han agrupado en estas organizaciones políticas. Pienso que, en términos electorales, han sido derrotados porque todavía la idea vigente, la idea hegemónica de la política, es la nacional popular vinculada a la construcción del Estado plurinacional.

¿Existe la posibilidad de una eventual transición alternativa, ordenada y democrática respecto al MAS?

Yo creo que todavía el MAS termina siendo el gerente del campo político boliviano. Yo creo que va a ser determinante lo que pase al exterior del MAS para el surgimiento de otras expresiones. Hoy en día siento que se está generando el caldo de cultivo para la consolidación de un nuevo liderazgo que recoja las banderas más importantes del Estado plurinacional, pero que también proyecte otros nuevos estandartes. Una suerte de Estado plurinacional 2.0. Esto va a depender mucho de lo que pase al interior del MAS. Si la batalla es más fratricida, tan dura y tiene tanta intensidad, el MAS puede terminar siendo el peor enemigo del MAS y el MAS puede terminar cancelando electoralmente al MAS. Así, una oposición que hoy no tiene una morfología política clara, que no tiene liderazgo, a pesar de todas esas debilidades en términos electorales, puede tomar el poder. Ahora, lo que yo creo es que sí hay, se está generando las condiciones de posibilidad para la formación de un proyecto político renovado que continúe la construcción del Estado plurinacional con lo más importante del orden simbólico material que es reconocido en todo el país, pero también incorporando nuevas formas de administración del poder e incorporando nuevas causas; que haga el link con los nuevos sujetos interpelantes del poder, que son los jóvenes, que tienen otras formas de comunicarse, de ordenarse. Yo creo que se está generando el caldo de cultivo para que se pueda dar una transición. Ahora, la interna MAS va a definir si esa transición es ordenada hacia una lógica de Estado plurinacional 2.0, o si es fratricida, y más bien, a partir de esa implosión que hay en el MAS, hay un espacio para que las fuerzas más conservadoras de derecha puedan tomar el poder.

(*)Pablo Deheza es editor de Animal Político

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La igualdad como agravio

García Linera reflexiona sobre las cuestiones de la igualdad económica y su vinculación con la polarización social.

/ 9 de julio de 2023 / 06:30

DIBUJO LIBRE

¿Porque sociedades donde los ingresos económicos han mejorado en las últimas décadas presentan altos grados de polarización política? Estados Unidos, como la mayor parte de los países de Europa, han visto modestos progresos del ingreso medio de sus habitantes, sin embargo, desde hace una década atrás, atraviesan crecientes grados de crispación política y malestar social. Como lo han mostrado varios economistas (Pikkety 2019 Deaton, 2015), la desigualdad, entendida como la proporción de los ingresos que la mayoría de las personas reciben respecto a lo que unos pocos ricos obtienen, se ha incrementado de manera abrumadora en favor de estos últimos, despertando conciencia de injusticia y frustración colectiva (Sandel, 2020).

Sin embargo, varios estudios sobre polarización en EEUU (Esteban, Ray, 2011), han verificado que en los años 90s del siglo XX, no solo hubo un incremento de la desigualdad, sino que los propios ingresos medios disminuyeron temporalmente, sin que ello hada dado lugar a antagonismos públicos. Pareciera ser que además de la injusticia redistributiva, se necesitara la experiencia de una perdida, de una usurpación, para que se genere un estado de crispación social. Puede ser la sustracción de reconocimientos, de oportunidades o de certidumbres susceptibles de desencadenar oposiciones enguerrilladas.

Los fatídicos acontecimientos políticos del 2019 en Bolivia, son una experiencia paradigmática de esta formación de polarizaciones políticas.

Desde la llegada de Evo Morales al gobierno, entre 2006-2019, cerca de un 30% la población, mayoritariamente indígena, paso de la pobreza a ingresos medios. El salario mínimo se multiplico por 5, el crecimiento económico se estabilizo en torno a un 4,5 % anual y la desigualdad paso de 0,58 a 0, 41 en la escala de Gini (UDAPE, 2019). Sin embargo, desde inicios del gobierno, sectores de clases medias tradicionales, vinculadas a profesiones liberales y la antigua administración pública se ubicaron en una irreductible oposición política al gobierno de Evo y, con el tiempo, asumiendo militantemente un antagonismo cultural a todo lo que el representaba. Pese a que en 14 años, no habían sido objeto de ninguna temida expropiación de bienes, habían mejorado gradualmente sus ingresos salariales y hasta había aumentado su capacidad de consumo y ahorro, el 2019 salieron a las calles; realizaron paros de protestas, quemaron ánforas electorales, apoyaron el nombramiento de una presidenta del Estado sin sesión congresal, legitimaron la masacre cometida por militares y policías en contra de humildes pobladores que defendían al gobierno democrático, y hasta rezaron alrededor de cuarteles militares para que los uniformados instauren una dictadura militar. La explicación de que tenían razones legales para oponerse a la repostulación de Evo, olvida que los alegatos jurídicos adquieren emotividad moral solo cuando condensan la defensa de determinados bienes materiales o inmateriales.

Hace tres años, demostramos que la base material que sustento, y sigue sosteniendo, esta politización desdemocratizadora entre las clases medias tradicionales bolivianas, es la perdida de reconocimientos, de exclusividades, de cargos y contrataciones estatales anteriormente asequibles de manera “naturalizada” por origen social, abolengo y lealtad étnica. Bienes y recursos que ahora están a disposición de muchas más personas, procedentes de orígenes sociales e identidades étnicas diferentes (naciones indígenas). Claro, la llegada de Evo al gobierno y la instauración de un Estado Plurinacional, ha significado un raudo ascenso social económico de sectores indígena populares; ha posibilitado una remoción del origen social de la totalidad de las jerarquías de la burocracia estatal que, encima, debido a las políticas de nacionalización, ahora controla cerca del 35% del PIB nacional. El Estado ha trastocado los títulos de legitimación para optar a un puesto laboral (ministerios, diputaciones, sistema de justicia, embajadas, empresas públicas, etc.) o la adjudicación de obras públicas. Si antes contaba un apellido de origen extranjero, redes de amistad endogámicas, un título de posgrado, el color de piel blanqueda (el capital étnico); ahora cuenta muchísimo más la filiación a un sindicato obrero o campesino; saber hablar aymara o quechua o moverse en las redes de lealtad étnica de las comunidades indígenas.

El ascenso económico de sectores populares e indígenas, con la consiguiente devaluación de la etnicidad criollo-mestiza para acceder a reconocimientos, contrataciones y nombramientos públicos, ha significado un avance extraordinario de la igualdad social. Y es algo que debe continuar. Pero, estos avances de justicia social y democratización económica, también han despertado odios viscerales y resentimientos morales de unas clases medias tradicionales que viven esta ampliación de derechos colectivos como una expropiación imperdonable de su estatus social, de sus privilegios de sangre y color de piel heredados de sus padres y abuelos. Para ellas, la igualdad es un agravio al orden naturalizado de la sociedad.

El ensanchamiento de las clases medias, devalúa las posiciones y el estatus de las antiguas clases medias. La depreciación del capital étnico mestizo-criollo (herencia colonial) que anteriormente garantizaba beneficios públicos y reconocimientos, instaura otros criterios de valor social asentado en las practicas mayoritarias de la población (popular, indígena), y empuja a la decadencia los antiguos parámetros de movilidad social ascendente. Se tratan de hechos inevitables del avance de la justicia y la igualdad. Pero, ineludiblemente, todo ello genera rechazos, tanto más viscerales si los antiguos privilegios de clase media se sustentaban principalmente en el linaje.

Con otras particularidades, un fenómeno parecido se ha dado en Brasil con sus clases medias frente al ascenso social, vía educación y consumo, de sectores populares (Anderson, 2019). Y, en cierta medida, el odio contra los migrantes anidado entre clases laboriosas de países del norte, puede tener las mismas raíces anti-igualitarias.

La “Gran Convergencia”

Esta vinculación entre igualdad económica y polarización social la retoma el economista B. Milanovic para estudiar los efectos de la reducción de la desigualdad en el mundo (Foreing Affairs, 14 /VI/2023). El ex jefe del departamento de investigación del Banco Mundial (B.M.), reconoce que, en las últimas décadas, al interior de cada país ha aumentado la desigualdad; pero, vista a escala global, esta ha disminuido. Para comprobar ello, introduce el concepto de “desigualdad global” para estudiar la disparidad de ingresos entre todos los ciudadanos del mundo. Tomando como cero el momento de igualdad absoluta, en la que todos los habitantes del mundo tienen los mismos ingresos, y 100, cuando una sola persona concentra todos los ingresos, comprueba que la desigualdad planetaria ha disminuido notablemente en las últimas 3 décadas de globalización.

Con una mirada de largo plazo, ve cómo es que desde los años 1820 hasta 1990, la desigualdad mundial ha tenido un crecimiento sostenido, pasando de 50 a 70 puntos. Si antes de la revolución industrial del siglo XIX, el país más rico (Inglaterra) tenía un PIB 5 veces mayor que el más pobre (Nepal), a fines del siglo XX, la diferencia entre el PIB del más rico (EEUU) y el más pobre llego a ser de 100 a 1. Pero desde fines del siglo XX hasta ahora, la desigualdad ha caído de 70 puntos a 60, fundamentalmente por el ascenso económico del país más poblado del planeta: China.

Y lo más relevante del articulo son los efectos de esta asiatización de la riqueza en las jerarquías y consumos globales. Comprueba que las clases medias y populares de las economías occidentales, que durante un siglo ocuparon la posición media alta y alta de los ingresos mundiales, ahora están retrocediendo. Por ejemplo, un ciudadano pobre de Norteamérica que en 1988 ocupaba el percentil 74 de los ingresos mundiales, el 2018 ocupa el percentil 67. De la misma manera, un italiano, de ingresos medios, ha visto caer su posición 20 puntos en el mismo periodo. Y en general se trata de un declive de los sectores medios y pobres de los países occidentales ricos en el rango global. En contraparte, un ciudadano medio chino, que en 1988 ocupaba el percentil 35, ha alcanzado el percentil global 70 en 2018. En general, las clases medias y bajas de “occidente” están siendo gradualmente desplazadas en su jerarquía mundial y en el acceso a bienes globales (eventos culturales, vacaciones, innovaciones tecnológicas, etc.), por una nueva clase media global proveniente de los países asiáticos. Y a medida que ciertos consumos globales ya se están volviendo inaccesibles para estas clases populares y medias occidentales, la sensación de “perdida” se acrecienta, con la consiguiente polarización social.

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Milanovic considera que, por ahora, los más ricos globales, que son un 80% occidentales y japoneses, no han sido afectados de manera sustancial. Sin embargo, es probable que, de mantenerse las tasas de crecimiento de China, y de crecimiento mediocre de EEUU y Europa, en los siguientes 20 años, el porcentaje de ricos globales chinos igualara a la de los norteamericanos; en tanto que las clases populares y medias occidentales perderán aún más rápido sus posiciones jerárquicas en la riqueza global, reflejando el “cambio en el orden económico mundial”. Las variaciones geográficas en el PIB mundial, son por demás elocuentes de este proceso: Entre el año 2010 y 2020, EEUU cayo de una participación del 30%, al 25%. En tanto que China paso del 3,7 % al 17, 3 % (B.M., 2023).

Tenemos entonces, en el caso de Bolivia y del mundo considerado en su conjunto, que experiencias de mejora de ingresos económicos en “clases” medias, pero retroceso en sus jerarquías y antiguos privilegios debido a políticas de igualdad, producen sensaciones de “perdida” y desquiciamiento del orden moral de la sociedad por intrusión de sectores “igualados”. Sobre esta base vendrá luego el crecimiento del antagonismo pasional hacia los “otros” (los migrantes, los indígenas, las mujeres, los “comunistas”, etc.). Es la reacción a la decadencia de su poder y estatus. El miedo al “gran reemplazo” que nubla la razón de no pocos votantes de las sociedades occidentales ricas (EEUU, Europa), quizá no tenga que ver solo con la creencia de que los latinos, los africanos o los musulmanes sustituyan a las poblaciones “blancas”. Sino con el horror y resentimiento que les despierta el saber de su inexorable desplazamiento en los privilegios globales que los “occidentales” disfrutaron durante los últimos 200 años de colonialismos imperiales. Y es que, como lo señala Tooze (2023), ahora ya “solo son pasajeros de un tren conducido por otros”.

(*)Álvaro García Linera es exvicepresidente de Bolivia

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Tercera edición de comicios mediáticos

Un reseña de la último libro de la Friedrich Ebert Stiftung (FES) sobre la compleja relación entre comunicación y procesos electorales.

/ 9 de julio de 2023 / 06:10

SALA DE PRENSA

Las Elecciones del año 2020 en Bolivia fueron las más complejas de nuestra historia democrática. Se produjeron en un contexto de crisis múltiple, polarización e incertidumbre. Veníamos de la coyuntura crítica del 2019 que derivó en un régimen provisorio y unas elecciones fallidas declaradas “sin efecto legal”. Estábamos en medio de una difícil pandemia, con miedo y cuarentenas. Y la fisura en el campo político se expresó también en polarización social. Fue incierta hasta la fecha de votación, postergada tres veces.

Hay varias lecturas de esas elecciones desde el comportamiento electoral, la reconfiguración del campo político, el nuevo mapa de actores, las mutaciones en el sistema de partidos. Pero son escasos los estudios en torno a la compleja interacción entre actores políticos, medios de comunicación, encuestas de intención de voto, institucionalidad electoral y redes sociodigitales. El libro Comicios mediáticos III (FES, 2023) viene a llenar ese vacío. Lo hace con amplia evidencia empírica, cinco estudios de caso y un valioso análisis comparado.

Una serie comparada

La serie de estudios/libros denominada Comicios mediáticos es resultado de un trabajo de equipo impulsado por IDEA Internacional desde el 2009. Ese año se inició la primera investigación orientada a explorar la incidencia de los medios de comunicación y las encuestas en las elecciones generales. En 2014 se realizó el segundo estudio, incluyendo un capítulo sobre redes sociodigitales. Y ahora tenemos el tercer tiempo de la serie con la investigación en torno a las elecciones 2020. En la publicación del nuevo libro la posta fue tomada por la Fundación Friedrich Ebert (FES Bolivia).

En ese marco, en conjunto, el libro Comicios mediáticos III ofrece un amplio paisaje sobre el desempeño de los medios de difusión masiva, las redes sociodigitales y los estudios de opinión pública en las complejas elecciones 2020 en Bolivia. Se nutre de diferentes variables de análisis y muchos datos, en diálogo con los dos anteriores estudios (2009 y 2014) para fines de comparación.

Así, el libro nos cuenta una historia de continuidades y cambios en la compleja relación entre comunicación y procesos electorales. De manera específica, en la publicación se observa cómo influyeron en las elecciones 2020 la propaganda en televisión, la agenda informativa, la opinión mediática, las encuestas electorales y la digitalización de la campaña.

Cinco entradas, cinco

¿Qué vamos constatando en el movido campo de la comunicación política donde los medios masivos, las plataformas digitales y los estudios de opinión pública intervienen en las elecciones y, claro, buscan influir en sus resultados?

En el primer capítulo, “Propaganda electoral televisiva. Desplazamientos y complementos en la era de la cibercampaña”, se estudian los usos de la televisión como espacio y mecanismo de la propaganda electoral. El spot continúa siendo una pieza clave. Permanece el predominio del candidato por encima del partido y del programa de gobierno. Y persisten las brechas e inequidades en el acceso a la televisión para fines de propaganda electoral. Hay reflexión también sobre la normativa vigente, la propaganda electoral gratuita y la propaganda gubernamental

El segundo capítulo se ocupa de la “Agenda informativa: entre la realidad mediática y la electoral”. El estudio aborda el desempeño periodístico en la construcción y establecimiento de la agenda de noticias en periódicos. Además del análisis general sobre la cobertura informativa, se analiza la participación política de las mujeres y el financiamiento de los partidos. Hay datos sobre el posicionamiento político de los medios, el predominio de hombres como fuente, la cobertura marginal de las propuestas programáticas y el predominio del enfoque de conflicto.

El tercer capítulo, titulado “Encuestas, las grandes protagonistas: los estudios de opinión como actor electoral”, analiza el lugar protagónico de los estudios de opinión en el complejo ciclo electoral 2019-2020, momento de grandes retos para el “ecosistema” sondeocrático boliviano. Se consideran no solo cuestiones técnico-metodológicas y normativas, sino en especial “las tramas de intereses y subjetividades que tejen los actores mediáticos y políticos”. Se analiza también el marco normativo y las fragilidades técnicas, de análisis y de difusión de las encuestas electorales.

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En el cuarto capítulo se aborda la “Agenda de opinión mediática: la disputa de las interpretaciones electorales”. El estudio se concentra en el análisis del tratamiento opinativo electoral en siete diarios y en siete redes de televisión de alcance nacional. La premisa es que la arena mediática opinativa expresa la toma de posiciones e interpretaciones sobre el proceso electoral. Así, los medios despliegan estrategias para la construcción de distintas “versiones” de la realidad a fin de incidir en las percepciones, posicionamientos y preferencias electorales de la ciudadanía.

Por último, el quinto capítulo temático explora las “Redes sociodigitales: de la utopía democrática a la distopía desinformativa”. El análisis se ocupa de las campañas electorales digitales, que tienen características propias. Así, hay un minucioso análisis sobre el manejo de cuentas partidarias y de las candidaturas presidenciales en Twitter, Facebook, Instagram, YouTube y TitTok. Se observa también el lugar de las páginas web y la plataforma Zoom. Y hay un apartado sobre la desinformación, las noticias falsas y la posverdad.

El capítulo final: “Comicios mediáticos, tercera ronda”, ofrece una síntesis de los principales hallazgos de cada estudio de caso e identifica algunas tendencias, en tanto continuidades y cambios, que pueden proponerse para la discusión.

En ese marco, se reafirma la interacción y confluencia de varios factores: el desempeño de los actores relevantes, el marco institucional, la variable normativa, los intereses en disputa, los recursos de poder, en fin, los discursos. El libro Comicios mediáticos III demuestra que el examen de esta trama compleja y fluida es una tarea fundamental para comprender el campo político y la disputa electoral, así como para alentar un mejor ejercicio democrático.

El libro está disponible en: https://library.fes.de/pdf-files/bueros/ bolivien/20402.pdf

(*)José Luis Exeni es coordinador de proyectos de la FES

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La pugna interna conmociona al MAS

Una conversación con Fernando Mayorga a partir de la censura y posterior ratificación del ministro de Gobierno.

La censura y posterior ratificación del ministro Eduardo del Castillo marcan un nuevo hito con consecuencias políticas de enorme relevancia.

Por Pablo Deheza

/ 2 de julio de 2023 / 06:39

El punto sobre la i

Sin ninguna duda que el hecho político de la semana fue la censura en el parlamento del ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo, seguida por su rampante ratificación en el cargo. El conflicto interno en el MAS venía escalando día a día, acusación tras acusación, insulto tras insulto. Con todo, el episodio ministerial pone las cosas en otro nivel, cruzo un umbral en la disputa.

¿Qué está pasando realmente y en fondo? ¿Por qué ahora y no antes esta separación en la bancada del partido de gobierno? ¿Cómo siguen las cosas en adelante? Estas y otras interrogantes surgen a partido de lo ocurrido. Conversamos al respecto con Fernando Mayorga, sociólogo cochabambino con una amplia producción bibliográfica sobre el MAS y lo nacional-popular en Bolivia.

¿Cómo ves lo sucedido con la censura y la ratificación del ministro Eduardo del Castillo?

Voy a hacer una distinción entre una lectura institucional y una política. Porque hay una lectura general equivocada sobre este hecho y hay mucha confusión. A mi juicio, se ha perdido una oportunidad, otra vez, de avanzar en la implementación de la Constitución y sus avances. ¿Qué implicó incorporar en la Constitución Política del Estado (CPE) la censura a los ministros mediante dos tercios de voto, lo que llevaba automáticamente a su destitución? Implicaba limitar, restringir, reducir el presidencialismo. O sea, todos aquellos que hablan de concentración de poder, desde que el MAS está en el gobierno, no admitieron, no reconocen, que hubo en el diseño institucional esta esta regla de reducción. En el pasado había censura, pero la censura no tenía carácter vinculante, la destitución no era automática. Por eso el presidente tenía la potestad de aceptar o rechazar la decisión del legislativo y cambiar ministro o ratificarlo, cosa que hizo Evo Morales en 2007. El presidente tenía atribuciones para aceptar o rechazar la opinión del legislativo. En el nuevo orden constitucional, esto no es así. Y eso es lo que, por ejemplo, hizo Jeanine Añez al no acatar determinaciones de la bancada del MAS en el caso de Arturo Murillo, de Fernando López y de Víctor Hugo Cárdenas.

Por eso Eva Copa promovió la elaboración de una ley para evitar esa burla. Y lo que hace ahora el gobierno es, también una conducta similar, de buscar una coartada legal para que no se materialice esa norma constitucional. Que, a mi juicio, es una mirada más genérica, dejando de lado la relación de fuerzas en un gobierno determinado, insisto en que era una medida importante en términos de restricción del decisionismo presidencial. Y creo que, al actuar en función de la coyuntura, el gobierno opta por la ratificación y creo que eso es un elemento negativo en esta lógica de establecer la Constitución, de darle ciertos límites al decisionismo presidencial. Ese es un tema.

¿Qué queda entonces?

Ahora tenemos dos escenarios de disputa entre en el MAS entre liderazgos o entornos de Evo Morales y de Luis Arce. Uno es una es la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) y otro es el partido.

En la ALP se expresó ya la postura crítica de un porcentaje de asambleístas que siguen la postura Evo Morales y de las direcciones del MAS que han dicho de manera abierta que no forman parte del Gobierno, que son críticos y, en ese sentido, que son una suerte de oposición constructiva, para diferenciarse de las otras oposiciones. Pero, en el tema del seguimiento a la gestión, la fiscalización, se termina por ligar la misma a estas estrategias electorales en función de las candidaturas presidenciales para 2025. Se convierte en una arena para dirimir esa disputa. Entonces, aparece una oportunidad para debilitar el poder del presidente, atacando a un hombre fuerte del Gobierno (Eduardo del Castillo), que además respondía a otras quejas internas en esta disputa. Entonces, ahí se junta fiscalización, crítica y cuestionamiento al ministro, pero como parte de esta disputa por quién va a encaminar la definición de la candidatura presidencial en 2025.

Eso se une además con la convocatoria al Congreso del MAS, que es el otro escenario donde se va a manifestar esta pugna. Entonces, ¿qué sucede casi en paralelo? El discutir esta confrontación en ese otro escenario partidista. Como antecedente, hay una decisión, hay una resolución de los interculturales, dirigida a quitarle la autoridad de representatividad al vicepresidente del partido, Gerardo García. Algo que, en términos estatutarios, no tiene pertinencia. Si bien hay una delegación de parte de las organizaciones respecto a quienes van a estar en la dirección, no se puede quitar el mandato. Pero esta era una señal de ir a menoscabar la fuerza, el poder de Evo Morales dentro del MAS. Entonces, frente a eso, viene esta decisión de convocar al Congreso.

¿La convocatoria al Congreso precipitó las cosas?

Es preciso tener siempre presente que octubre es el plazo límite establecido por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) para la adecuación de las estructuras partidistas a los estatutos reformados. El MAS hace un año aprobó su nuevo estatuto y estaba pendiente que se lleve a cabo la elección de directiva, la renovación, la adecuación al nuevo estatuto.

Es decir, existe una restricción externa que obliga a la realización del Congreso y no es solamente cálculo, pero se hace. Se convoca con esta anticipación como respuesta a este intento, a través de los interculturales, de debilitar el esquema de Evo Morales dentro del partido. Pasa a ser, por lo tanto, un escenario de disputa en el cual Evo Morales tiene mayor presencia. Es más, la convocatoria establece como sede Lauca Eñe y habrá que ver qué va a suceder en los congresos departamentales pendientes.

Ahí se va a poner de manifiesto algo que he sostenido desde que Evo volvió a Bolivia y es que el único recurso de poder institucional que le quedaba del pasado era la presidencia del partido. Entonces va a venir esta discusión muy interesante, en un movimiento que es tachado de populista, que el debate de carácter reglamentario e hiper institucionalista, porque tiene que ver con requisitos para ser dirigente; para participar en el Congreso; para ser postulado y para todo lo que tiene que ver con la actividad de militancia. Se han introducido elementos de antigüedad, de registro en el padrón biométrico, etcétera. Esto va a implicar que muchos dirigentes se van a quedar sin posibilidades cumplir lo necesario para seguir como tales. Y ahí habrá que ver si se cuestiona la reelección de Evo Morales como presidente del MAS, que en su estrategia es clave para su plan hacia 2025. En lo partidario están estos Congresos departamentales y el Congreso nacional, donde las partes van a actuar.

¿Qué pasa con las oposiciones?

Es evidente que el caso de ALD hay un componente distinto, porque ahí en el marco de esta disputa interna, opera la oposición. Es muy irónico que la oposición ahora reclame que se respete el primer poder del Estado, que la Asamblea Legislativa es la expresión de la voluntad popular. Ahora hablan de eso, pero cuando los dos tercios eran del MÁS o al menos la mayoría, para ellos no tenía ese carácter tan democrático. Con todo, la oposición, que no tiene incidencia en el proceso político, puede ahora sí, sumar sus votos en el marco de esta disputa. El resultado final es el debilitamiento del Gobierno.

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Aquí abro otra lectura institucionalista y es la figura del gobierno dividido. Esto se da cuando el partido del presidente no tiene apoyo en las dos cámaras. Eso le pasó a Evo Morales en su primer el gobierno. En ese momento el Senado tenía mayoría opositora, incluso tenía capacidad de veto y puso restricciones.

Cuando entra Luis Arce, tenía mayoría. No dos tercios, pero mayoría en las dos cámaras de la ALP. Ahora, con esta fractura en la bancada, que a mi juicio es volátil, creo que habrá votaciones fluctuantes. Eso sí, con esta fractura en la bancada del MAS y en una coincidencia de votación anti presidente en la oposición, se tiene la pérdida por parte de Arce de la mayoría parlamentaria necesaria para apoyar sus decisiones. Esta es una figura de gobierno dividido, pero de carácter circunstancial, no permanente, porque unas votaciones u otras interpelaciones no cuentan con un voto, digamos, uniforme.

¿Cómo ves las cosas hacia adelante?

Habrá que ver qué sucede cuando se discutan medidas que tengan que ver con la política económica. Eso sí, ya estamos ante una señal preocupante, porque puede darse una reiteración de este tipo de relación entre Ejecutivo y Legislativo y eso tiene consecuencias no solamente para la gobernabilidad en términos de reposición de la estabilidad política, sino para, encarar lo realmente complejo, que es este contexto económico que tiene varias aristas preocupantes y negativas.

¿Votaciones fluctuantes?

Más que fluctuantes, contingentes, dependiendo del tema de la agenda legislativa. En el caso de la última interpelación hubo coincidencias entre oposición y la fracción del MAS critica al gobierno. Lo curioso es que el tema en cuestión no era la política pública, no era la seguridad interna, no era nada que tenga que ver con la polarización política.

¿En qué ayuda lo ocurrido?

Como que recién se están poniendo las cosas claras. Si uno escucha el tenor del discurso del ministro ratificado y del propio presidente y luego escucha la reacción en los tuiteos de Evo Morales, como que ya se están poniendo las cosas más explícitas. Y eso ojalá ayude a que a partir de las posturas de emisores discursivos que son decisivos, que son actores estratégicos, se ordenen los demás porque a eso es a lo que hay que apuntar. Se requiere distinguir, establecer quiénes son los actores estratégicos en esta pugna interna del MAS. Actor estratégico es aquel que tiene capacidad para definir el rumbo de las decisiones, para generar conflicto o para evitarlo. Hay que ver quiénes son importantes en eso y el resto de las voces estridentes cargadas de anatemas, insultos, acusaciones, no tienen ninguna importancia.

¿Y las organizaciones sociales?

Luego está ese tema clave, que es la relación y el rol de las organizaciones sociales. Yo estaba resaltando, hasta ahora y todavía sigo con esa idea, que esta disputa, la existencia de estas dos tendencias, es algo de carácter cupular. Esto porque las bases, o sea, las organizaciones sociales, no se alineaban. Mi ejemplo es bien simple. En diciembre del año pasado, Evo Morales convocó a un acto en Sacaba para festejar el aniversario de la primera victoria electoral con mayoría absoluta, la del 2005. Fueron todas las organizaciones, todo el pacto de unidad. No fue el presidente, tampoco el vicepresidente del Estado. Pero estaban todos ahí. El 22 de enero se hace un acto para el aniversario del Estado plurinacional en La Paz. No fue Evo Morales, porque lo invitan de una manera un poco de descortés. Y fueron todas las organizaciones sociales. Y cuando estaba hablado el presidente, el vicepresidente, y todos decían que están con Luis Arce.

Veo que están con los dos. A cada uno le reconocen su rol y están ahí. Entonces, el día de la notificación al ministro, estaba todo el pacto de unidad. Y uno observa el inicio de los discursos del ministro y del presidente hacen una enumeración de todos los dirigentes mencionados de manera personal. Entonces, si uno le escucha las declaraciones de los dirigentes de las organizaciones matrices, son siempre muy cautelosas. No entran en este festival de mutuas acusaciones y descalificaciones. Es otro tenor. Y eso, ahí sí se manifiesta esta demanda de unidad y demás. Y ese va a ser el tema clave en esta reyerta en el legislativo, para ver la presencia de dirigentes de organizaciones en la ratificación. Ahí está claro que hay respaldo de la gente al presidente. Habrá que ver el rumbo que tome al Congreso nacional ordinario, que implica la elección o sustitución de Evo Morales como presidente del MAS. Habrá que ver qué pasa con el comportamiento de las organizaciones.

(*)Pablo Deheza es editor de Animal Político

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Recuperar a UNASUR

Es necesario preservar los avances, mejorar lo que sea necesario y seguir avanzando en la integración sudamericana.

Logo de la Unasur

/ 2 de julio de 2023 / 06:34

DIBUJO LIBRE

La reciente reunión convocada en Brasilia, por el presidente de Brasil, Lula Da Silva, sobre la restitución y recuperación de la Unión de Naciones Suramericanas, UNASUR, retoma la necesidad de analizar el presente y futuro de este organismo de integración sudamericano. En la última década, UNASUR se convirtió en la instancia alternativa de diálogo político y concertación sudamericana. Durante este tiempo, América Latina tuvo un periodo de recuperación de las economías latinoamericanas en el que se produjo el ascenso de gobiernos progresistas de orientación popular e izquierda. Pero fue la dimensión política, el factor diferencial que dio fundamento a este nuevo mecanismo, que nació con expectativas unánimes, por su acompañamiento a procesos políticos renovadores en la región, y también por el liderazgo del extinto expresidente Hugo Chávez de Venezuela, en la búsqueda de hacer converger y trascender los sistemas de integración de Mercosur y la Comunidad Andina de Naciones, en el área sudamericana.

Sin embargo el giro de orientación política ideológica en los gobiernos de Argentina Brasil y Chile, de la época, así como la proliferación de tensiones internas en varios países, tramito un desgaste del consenso que impulsó el dinamismo político de UNASUR durante su etapa constitutiva de principios y mediados de la primera década del presente siglo. En enero de 2017, el ex presidente colombiano Ernesto Samper dejó la Secretaría General de UNASUR y desde entonces el cargo está vacante porque los doce países que conforman el organismo sudamericano, no se pusieron de acuerdo para elegir a un reemplazo. Esta parálisis institucional apenas disimulada con encuentros políticos eventuales, presencia formal de seguimiento electoral o mínimas acciones sectoriales, se agravo cuando Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay y Perú le notificaron a Bolivia, que ocupaba por entonces la presidencia pro-tempore de UNASUR, que dejarían de participar en las instancias del bloque hasta que se garantice el funcionamiento adecuado de la organización.

Y así pasaron 6 años de metamorfosis política regional en los Estados miembros, en la que acontecieron, desde golpes de Estado, giros a gobiernos de derecha, como también el retorno de gobiernos de izquierda en los países del área sudamericana. Con el regreso de los miembros históricos de UNASUR, Brasil, Argentina y también Colombia, el Presidente Lula convocó, a fines del mes de mayo del presente año, a la cumbre de países sudamericanos en el Palacio de Itamaraty. Fue así que, presidentes de 11 países, Brasil, Venezuela, Colombia, Argentina, Bolivia, Chile, Guyana, Paraguay, Surinam, Uruguay y Perú se volvieron a reunir, luego de 9 años, de realizado un encuentro similar, que tuvo lugar en Guayaquil, Ecuador, durante en la VIII Cumbre de UNASUR, en 2014. El continente sudamericano, tiene una población de casi 450 millones de habitantes, con el mayor y más variado potencial energético del planeta. Si tenemos en cuenta las reservas de petróleo, gas, hierro, litio, hidroelectricidad, biocombustibles, y más de un tercio de las reservas de agua dulce y biodiversidad del mundo, la región constituye un importante mercado de consumo y la quinta economía mundial, con un Producto Interno Bruto (PIB) combinado que ya alcanza los 4 billones de dólares. En este marco, el Presidente Lula -que retoma el rol de su país con la agenda regional y mundial, luego del “aislamiento” provocado por su antecesor-, propuso actualizar proyectos comunes de infraestructura, reactivar la cooperación en salud, acciones coordinadas para enfrentar el cambio climático, crear un mercado energético sudamericano, formar un programa de movilidad regional académica y reanudar la cooperación en el ámbito de la defensa. Además de implementar iniciativas de convergencia regulatoria, facilitando y desburocratizando los procedimientos de exportación e importación de bienes, creando unidades monetarias para comercializar sin la dependencia del dólar.

En este contexto Bolivia es hoy protagonista de este intento de recuperar UNASUR. El Presidente Luis Arce destacó el gran potencial que tienen los países de América del Sur, ya que permiten a la región ingresar a la transición energética, tecnológica y digital.

Nuestro mandatario argumentó que es fundamental trabajar juntos para promover los intereses de la región, pues la pandemia del coronavirus puso al descubierto la importancia de la colaboración en la salud pública, la investigación científica y el intercambio de recursos.

Pero la colaboración tiene que ir más allá del ámbito de la salud para llegar a sectores clave, como la economía, el medio ambiente o la seguridad donde se puede fortalecer las capacidades de respuesta mediante la cooperación regional, ante futuras emergencias sanitarias y otras crisis globales, de acuerdo a necesidades y realidades destaco.

La posición de Bolivia, expresada por el Presidente Arce y en sintonía con Brasil y Argentina, establece que es más fácil corregir y cambiar lo que sea necesario y consensuado de UNASUR, que conformar una nueva institucionalidad que demoraría años y con la incertidumbre de que llegue a su meta, debido principalmente a los intereses internos y externos sobre las riquezas naturales de los países miembros. UNASUR es un mecanismo de diálogo y de concertación política que tuvo el gran valor de unir y abrir una agenda de construcción regional en diversas materias, como defensa, seguridad, democracia, derechos humanos, energía, entre otras.

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La visión amplia de la integración adquirió una gran importancia estratégica para unir al Sur y para conectarla, al mismo tiempo, con otros emergentes mecanismos de concertación política y de integración a nivel de América Latina y el Caribe, como la CELAC. Por ello, que en el actual sistema internacional de configuración de orden multipolar, que permite una mayor gravitación e influjos de los países en vías de desarrollo, UNASUR podría potenciar el bloque sudamericano de países, en la negociación y relación con otros bloques como los BRICS, la Unión Europea y Asia. Pero también protegerse como bloque frente a las amenazas, expresadas hace poco por el Comando Sur, de los Estados Unidos

Finalmente el documento acordado entre los presidentes en Brasilia destaca que : «la integración regional debe ser parte de las soluciones para afrontar los desafíos compartidos en la construcción de un mundo pacífico; el fortalecimiento de la democracia; la promoción del desarrollo económico y social; la lucha contra la pobreza, el hambre y todas las formas de desigualdad y discriminación».

Con el compromiso de trabajar por el incremento del comercio y de las inversiones entre los países de la región; implementar mecanismos de superación de las asimetrías y la importancia de mantener el diálogo regular, con miras a impulsar el proceso de integración en América del Sur y proyectar la voz de la región en el mundo de configuración multipolar.

Por ello el recuperar a UNASUR, deja de ser tan solo un deseo y se convierte en una necesidad.

(*)Hugo Siles Nuñez del Prado es internacionalista y politólogo

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