La economía boliviana en el contexto regional y mundial
Imagen: ministerio de economia
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Marcelo Montenegro: habló sobre la situación de la economía mundial. Abordó las causas de las presiones inflacionarias de las economías más grandes del mundo.
ENTREVISTA
La historia boliviana nunca estuvo al margen de los procesos regionales y mundiales, que afectan tanto a la política, la economía y la sociedad. Basta recordar que, en la década de 1980, por ejemplo, los gobiernos neoliberales se impusieron en prácticamente la totalidad de los países en la región; con mayor fuerza luego de la caída del muro de Berlín, en 1989. Luego, Evo Morales llegó al poder cuando América Latina se abrió a gobiernos de izquierda, en una tendencia que cobró mayor impulso tras los ataques del 11 de septiembre de 2001 y el hecho de que Estados Unidos centre su atención en Oriente Medio.
Hoy el mundo atraviesa por grandes transformaciones, cambios de una profundidad enorme. Está en juego una reconfiguración de las potencias y del comercio mundial. Sobre estos temas conversamos con el ministro de Economía, Marcelo Montenegro.
—Ministro, ¿cómo describiría la situación de la economía mundial en la actualidad?
—La economía mundial en lo que va del año 2023 atraviesa por una crisis que ya es recurrente y que se viene arrastrando desde la gestión 2022 por las altas tasas de inflación global producto de la guerra entre Rusia y Ucrania y cuya respuesta ortodoxa por la mayoría de los bancos centrales fue y sigue en la actualidad con aumentos sostenidos de las tasas de interés de referencia en su afán de reducir la aceleración de la inflación en sus economías respectivamente; lo que ha generado, una desaceleración en la actividad económica y por ende un aumento del desempleo y zozobra social; en este escenario precario, los organismos internacionales prevén que el PIB del mundo registre en 2023 un crecimiento inferior al de 2022. La desaceleración evidenciada desde la pasada gestión responde a que el mundo afronta varias crisis de carácter consecutivo y recurrente, aún se observan los resabios de la crisis sanitaria por el COVID-19, que demandó esfuerzos en gasto público de los estados, los cuales deterioraron, en muchos casos, su situación fiscal y de endeudamiento. Por otro lado, la guerra en Ucrania determinó a su vez el aumento sustancial de los precios de los energéticos, incrementando los costos de producción industrial y de alimentos, desatando una crisis energética y de costo de vida a nivel mundial que todavía se reflejan en las altas tasas de inflación. Asimismo, la crisis geopolítica por el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania conllevó una mayor fragmentación económica que ralentizó los volúmenes de comercio internacional. También es importante señalar que las políticas ortodoxas de incremento de tasas de interés para controlar la inflación endurecieron los costos de financiamiento a las empresas y familias, ralentizando paulatinamente las economías. Adicionalmente, las recientes quiebras de bancos en Estados Unidos repuntaron la incertidumbre, generando mayor estrés en el sistema financiero mundial.
—¿Cuáles son, en su criterio, las causas que originan las presiones inflacionarias que están enfrentando las economías más grandes del mundo?
—Las presiones inflacionarias se evidencian ya desde la gestión 2021, cuando el desbalance entre la recuperación de la oferta y demanda agregadas, tras la etapa más aguda de la pandemia, determinó el incremento de la inflación a escala global. El aumento de precios fue agudizado en 2022 por el inicio de la guerra en Ucrania, que determinó subidas en las cotizaciones de combustibles y alimentos, dada la importancia de los países en conflicto en la oferta global de dichos productos. A los factores anteriores, se suma la volatilidad cambiaria experimentada por varias economías que, ante el fortalecimiento del dólar, sufrieron importantes depreciaciones en sus monedas, aumentando el costo de sus importaciones. Por otro lado, dado que este fenómeno se arrastra ya desde hace dos gestiones, las expectativas inflacionarias de los agentes también están dificultando la efectividad de las políticas implementadas para converger el incremento de precios a las metas establecidas por los países. A su vez, se debe señalar que la mayor parte de las economías no contaba con esquemas que eviten que la volatilidad internacional de precios impacte en los ingresos de las familias, tales como las subvenciones a los combustibles, política que fue recomendada incluso por el economista en jefe del FMI ante el contexto inflacionario de 2022.
—¿Cuáles son las consecuencias en la región del ajuste monetario que impulsan los principales bancos centrales del mundo?
—El ajuste monetario aplicado por varios bancos centrales está ralentizando la actividad de las economías y de esta forma su demanda externa, afectando negativamente las exportaciones, especialmente de las economías emergentes y en desarrollo. Por otro lado, el incremento de tasas está endureciendo las condiciones de financiamiento, tanto para el sector privado como público, fenómeno que se refleja en el aumento de los spreads a nivel mundial de los bonos emitidos por los gobiernos, así como el incremento de las tasas activas en los países. En este contexto, es importante aplicar políticas que fortalezcan la demanda y producción internas, como las aplicadas por el Gobierno nacional a partir de noviembre de 2020, para no sufrir los embates de la ralentización de la demanda externa. En esta línea, se prevé que la economía boliviana sea una de las que mayor crecimiento registre en América del Sur en 2023, a diferencia de otras que sufrirían una importante desaceleración o incluso contracción, como es el caso de Chile y Argentina.
—La guerra en Ucrania generó importantes disrupciones en las rutas del comercio mundial, ¿cómo está afectando esto a la región y a nuestro país?
—Las interrupciones al normal funcionamiento en las cadenas de suministro tuvieron su mayor impacto durante la gestión 2022, en la etapa inicial del conflicto bélico en Ucrania y con la política de COVID Cero aplicada en China, que congestionó varios de los puertos más importantes de dicho país, aumentando el costo de los fletes de transporte de mercancías a nivel mundial, que a su vez, ralentizó el comercio internacional y agudizó el incremento de los precios de los productos en los países de la región y del mundo. No obstante, las interrupciones causadas por la guerra en Ucrania fueron flexibilizadas parcialmente por acuerdos entre los países en conflicto, especialmente para el comercio por el Mar Negro, por otro lado, China flexibilizó sus restricciones por el COVID desde diciembre de 2022, reduciendo la congestión de sus puertos. En lo que va de 2023, se observa una paulatina normalización de las cadenas de suministros, aunque aún existe incertidumbre sobre el curso que pueda tomar la guerra, nuevas sanciones y/o restricciones a exportaciones rusas podrían generar repuntes en las presiones sobre la fluidez del comercio internacional.
—Aparece una nueva tendencia entre las potencias de Occidente que es la desglobalización.
Específicamente, un intento por desengancharse de China. ¿Qué desafíos y qué oportunidades plantea esto para la economía mundial, regional y de nuestro país? —La tendencia hacia una desglobalización ya se evidenciaba antes de la pandemia con la guerra comercial entre China y Estados Unidos, y con las políticas proteccionistas impulsadas por este último. Con la guerra en Ucrania se hicieron patentes las tensiones geopolíticas a nivel global, que parecen conducir al mundo hacia una fragmentación económica. Ante este contexto, se prevé menores flujos de inversión extranjera hacia las regiones, lo que impactará adversamente a los países altamente dependientes de estos flujos. Igualmente se prevé que existirá un mayor comercio entre los países alineados geopolíticamente, lo que podría limitar las exportaciones de la región hacia ciertos países. Para nuestro país es importante avanzar en la consolidación de la industrialización con sustitución de importaciones e intercambio de tecnologías en el marco de nuestra soberanía para responder adecuadamente ante las nuevas oportunidades y desafíos que se deriven de tensiones comerciales y geopolíticas. Por ejemplo, pueden abrirse oportunidades para las exportaciones nacionales de productos alimenticios y otros de valor agregado, a China y a los países BRICS en general.
—El consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, habló en abril de un nuevo consenso de Washington. Claramente, ya no se trata de uno que apunte a la hegemonía mundial sino a la conformación de un bloque para hacer frente a la emergencia de China. Por su parte, China lleva adelante su Iniciativa de Cinturón y Ruta de la Seda, con importantes proyectos en América Latina. ¿Qué oportunidades y desafíos plantean ambos escenarios para la economía de nuestro país?
—En ambos casos se trata de formar bloques multilaterales liderados por EEUU y China. En este marco, ambas potencias, en la búsqueda de concretar sus aspiraciones, serán más propensas a establecer condiciones favorables para que la mayoría de los países formen parte de su bloque. Por lo tanto, Bolivia tiene la oportunidad de aprovechar ambos escenarios para ampliar y diversificar sus mercados de exportación, mejorar su competitividad con base en las ventajas que proporcionen estas opciones de integración, así como acceder a fuentes de financiamiento. Sin embargo, en estos escenarios también surgen desafíos como la presión geopolítica y la necesidad de una planificación estratégica para engranar en la nueva configuración de roles y poderes dentro la economía global. Estos son aspectos que debemos abordar de manera anticipada desde el Gobierno nacional.
—¿Cuáles son las previsiones que se tienen en nuestro país sobre el desempeño de la economía de la región en 2023?
—Para la presente gestión, la economía nacional registrará un crecimiento económico positivo pese al complejo panorama de desaceleración global y de incertidumbre. Tanto el Presupuesto General del Estado, como el Programa Fiscal-Financiero apuntan a una tasa de crecimiento del orden de 4,86%, lo que situaría nuevamente al país en las primeras posiciones de crecimiento en Sudamérica de acuerdo con las proyecciones de organismos internacionales. Las cifras del primer trimestre ya reflejan una desaceleración en Argentina, Colombia y Uruguay, y una contracción en Chile y Perú.
—¿Cuál es la situación de nuestro país respecto al incremento en las tasas de interés que se viene dando en el mundo?
—El incremento de tasas de interés está agudizando el estrés de financiamiento público en aquellas economías con menor espacio fiscal, elevados niveles de endeudamiento y deterioro en sus variables macroeconómicas más importantes. En el caso boliviano, las variables macroeconómicas reflejan un comportamiento sólido y de estabilidad. En lo referente a la deuda externa, esta se encuentra en un nivel de 29,3% del PIB a abril de 2023, por debajo de los parámetros establecidos por organismos internacionales, lo que significa que el país posee márgenes para acceder a mayores recursos externos para el financiamiento de la inversión pública. Respecto al servicio de la deuda externa, Bolivia viene cumpliendo sus obligaciones sin retrasos, las cuales, en una parte importante, corresponden a la deuda que fue contraída a tasa fija, por lo que no se ve influenciada por el aumento de tasas a nivel internacional. Asimismo, la economía boliviana no posee problemas para el pago del servicio de deuda puesto que el perfil de deuda es favorable en términos de vencimientos a largo plazo y el indicador del servicio de deuda externa pública en relación con las exportaciones de bienes y servicios se ha mantenido en un nivel sostenible en los últimos años, cerrando en 7,9% en 2022 y por debajo del umbral del 15% según el Banco Mundial y FMI.
—Finalmente, ¿cuál es su previsión sobre la economía mundial en 2023 y 2024?
—La economía global continuará su desaceleración en 2023 y probablemente registre un modesto repunte en 2024. La inflación aún se encuentra por encima de las metas de varios países, por lo que se espera que las tasas de interés se mantengan elevadas, por ejemplo, la Reserva Federal de Estados Unidos continuaría con incrementos al menos en esta gestión, encareciendo el costo de financiamiento tanto a la inversión como al consumo, profundizando la ralentización de las economías e impactando negativamente en el empleo e ingresos de las familias. Si bien el crecimiento del PIB mundial en 2023 sería mayor a cero, varias economías se contraerán, tal es el caso de Alemania y Suecia en Europa, Chile y Argentina en América del Sur. Por otro lado, las probabilidades de recesión estimadas a corto plazo son mayores al 50% en Estados Unidos y Canadá. Para 2024 se esperaría un ligero repunte en la actividad económica global ante un contexto inflacionario más controlado, una moderación en el ajuste monetario aplicado por los países y una recuperación de China más consolidada, sin embargo, los niveles de incertidumbre a largo plazo son elevados.
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PERFIL
Nombre: Marcelo Montenegro
Profesión: Economista
Cargo: Ministro de Economía.
Trayectoria
Es licenciado en Economía de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA); tiene también el título de máster en Economía de la Universidad del Centro de Estudios Macroeconómicos (UCEMA), de Argentina.
Se desempeñó como analista en jefe de la Red de Análisis Fiscal y director de Estudios Tributarios, en el Ministerio de Economía y Finanzas Públicas.
Fue presidente del directorio del Banco de Desarrollo Productivo (BDP). Ha sido docente de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), Escuela Militar de Ingeniería (EMI) y Universidad Privada Boliviana (UPB). También fue director del Instituto de Investigaciones Económicas de la UMSA. Actualmente es también profesor titular de la Carrera de Economía de la UMSA.
Marcelo Montenegro: El Ministro de Economía habló sobre la situación de la economía mundial. Abordó las causas de las presiones inflacionarias de las economías más grandes del mundo. Señaló las consecuencias en la región del ajuste monetario que impulsan los principales bancos centrales del mundo. Enfatizó además en las previsiones que se tienen en nuestro país sobre el desempeño de la economía de la región en 2023.