Nosferatu: 100 años de la película que definió el género vampírico
Imagen: Internet
Protagonista. El actor alemán de cine y de teatro Friedrich Gustav Max Schreck dio vida al temible Conde Orlok.
Imagen: Internet
La cinta del director Friedrich Wilhelm Murnau, basada en la obra de Bram Stoker, se estrenó en Alemania el 15 de marzo de 1922
Hace cinco años comenzaba escribiendo que en el mundo tres de cada cinco personas han escuchado o leído sobre el vampiro Drácula. También señalaba que de esas tres personas, dos habían conocido al personaje por las diferentes películas que se han hecho a lo largo de los años. Este año uno de los filmes más conocidos Nosferatu eine Symphonie des Grauens cumple 100 años y se ha convertido en un ícono cinematográfico de este género.
Nosferatu fue estrenada en Berlín el 15 de marzo de 1922, dirigida por Friedrich Wilhelm Murnau, uno de los grandes nombres del expresionismo cinematográfico alemán. Esta cinta sobre vampirismo es de las pocas en blanco y negro que encontró un lugar sobresaliente dentro la cultura pop.
A lo largo de estos 100 años han surgido diferentes anécdotas y datos que han enriquecido el misterio que rodea a la película, de las cuales se pueden destacar las siguientes.
Al contrario de lo que casi todo buen seguidor del género piensa, Nosferatu no fue la primera adaptación de la novela Drácula del escritor irlandés Bram Stoker. Un año antes Karóly Lajthay había filmado Drakula halála (La muerte de Drácula), que en la actualidad está considerada perdida.
La compañía Prana Film, fundada en 1921 por el empresario Enrico Dieckmann y por el artista y ocultista Albin Grau, produjo Nosferatu. Grau fue quien trajo de la guerra la idea del vampirismo. Según se cuenta, un campesino serbio le había contado que cuando exhumaron el cuerpo de un familiar suyo se percataron de que su cuerpo no estaba en descomposición y que tenía colmillos de vampiro.
El investigador de cine y experto en Nosferatu Rolf Giese señala sobre el filme: “Lo especialmente interesante en Nosferatu es que el terror estaba en la sala de cine, pero también fuera de ella”. Debemos recordar que había terminado la Primera Guerra Mundial y al ser el primer conflicto a gran escala del siglo XX se veía en las calles a cientos de soldados que regresaban con traumas y mutilaciones muy horrorosas, pero no solo era la guerra, pues llegó la gripe española que se propagó por todo el mundo. Para Giese “el vampiro en la pantalla grande era como un mensajero. Era como un virus personificado”.
Con la idea de la realización de la película, Albin Grau encontró el complemento perfecto en Friedrich Wilhelm Murnau, quien junto a Fritz Lang es considerado el más importante director alemán del cine mudo. Lotte Eisner, quien es considerada una de las principales teóricas del cine alemán de ese periodo, se refiere a él como “El gran desconocido”.
Friedrich Wilhelm Plumpe nació en el seno de una familia acomodada que fabricaba textiles. Adoptó el apellido Murnau en honor a una colonia de artistas de los Alpes bávaros. Desde muy joven se interesó en las artes escénicas, llegando a ser alumno de Max Reinhardt, productor y director de teatro y cinematográfico, además de uno de los impulsores del expresionismo en las artes escénicas. Con el estallido de la guerra participó como parte de la Luftwaffe, realizando misiones de combate hasta que fue derribado y pasó el resto de la guerra internado en Suiza, donde después ganaría un concurso nacional de teatro y haría películas de propaganda para la embajada alemana.
Murnau decía: “La cámara es el lápiz del dibujo del director. Debería ser todo lo móvil posible para registrar cada estado de ánimo pasajero y es importante que la cámara no se interponga entre el espectador y la imagen”. Si bien Nosferatu pertenece como obra al expresionismo, rompe algunos parámetros básicos, pues el director, al tratar de dotar de realismo a la historia, no utiliza únicamente espacios asfixiantes y escenarios oblicuos con decorados recargados, sino que filma en locaciones abiertas, espacios naturales, especialmente para describir los bosques, el castillo de Orlok y los caminos que recorre Hutter, lo que nos lleva a pensar que Murnau se inspiró en pinturas de la época, como los trabajos de Alfred Kubin o Franz Marc.
El juego de sombras que usa para aumentar la sensación de angustia es un elemento del expresionismo que le sirvió para sorprender al espectador y describir lo sobrenatural. De igual manera la caracterización de los personajes proyecta la expresión exagerada de las emociones que podemos ver en otras películas de esta corriente europea.
Para el teórico y director de cine francés Alexandre Astruc, Nosferatu muestra en cada fotograma a la muerte. Para Astruc, Murnau era “el mayor poeta que ha conocido la pantalla”. El estilo visual de Murnau sobresale de otros directores por su manera de montar las películas, un estilo elegante y ágil. Nosferatu posee un total de 540 tomas, algo inusual para la época.
Lo que sucedió después de la muerte de Murnau contribuyó a las leyendas que rodean al filme. Antes de que sean repatriados los restos del director, la actriz Greta Garbo hizo una máscara mortuoria de Murnau que le acompañó durante su carrera en Hollywood. Muchos años después, en la década de los 70, la cripta donde reposan los restos de Murnau fue profanada dejando el ataúd abierto. Finalmente, en julio de 2015, volvieron a profanar la tumba y robaron la cabeza del cineasta, que hoy continúa desaparecida. Según las pesquisas, sobre el ataúd se encontraron restos de cera derretida; un hallazgo que podría tener relación con un ritual satánico.
Friedrich Gustav Max Schreck fue el actor que dio vida al Conde Orlok y es por este papel que es más conocido en todo el mundo. Si bien Grau es el responsable de crear el aspecto ominoso y demacrado del personaje, Schreck (que significa “miedo” en alemán) a lo largo de los años ha estado inmerso en una leyenda negra que afirma que el actor era realmente un no muerto y que el director Murnau le habría pagado para que en la escena final de la película mordiera el cuello de la protagonista. Esta leyenda sirvió de base para la película La sombra del vampiro de E. Elias Merhige (2000), que narra el rodaje de Nosferatu, que es protagonizada por John Malkovich y Willem Dafoe. Dafoe fue nominado al Óscar a Mejor Actor de Reparto por encarnar a Schreck. En 1992, el director Tim Burton, en la película Batman Returns, realiza un disimulado homenaje, pues el malvado que interpreta Christopher Walken se llama Max Shreck.
Después de su estreno, Nosferatu fue un éxito por todo el mundo. Contrario a lo que se puede pensar también fue su condena, pues llamó la atención de Florence Balcombe, la viuda de Bram Stoker, quien demandó a la productora por plagio, logrando que la productora Prana Film se declare en quiebra para no pagar. El juez que atendió la demanda ordenó la destrucción del negativo original y de todas las copias existentes. Afortunadamente algunas copias sobrevivieron y después de la Segunda Guerra Mundial fue rescatada por archivistas y críticos que recopilaban obras del periodo del cine mundo, Henri Langlois, cofundador de la Cinémathèque, y especialmente Lotte H. Eisner tuvieron mucho que ver con su recuperación. En 2019 Nosferatu entró en dominio público. El hecho complicó, no obstante, el panorama de las diversas versiones del filme, que se han multiplicado en el ámbito del cine doméstico. Actualmente la película es considerada una obra cumbre del expresionismo alemán y se ha convertido en patrimonio cultural germano.
En 1979, el director Werner Herzog realizó un remake del Nosferatu de Murnau, Klaus Kinski interpretó al Conde Orlok y Isabelle Adjani hizo el rol de Elle. Esta nueva versión no fue muy bien recibida por la crítica, pues si bien Herzog logra recrear la atmósfera lánguida de ensueño de Murnau, su obra resulta aburrida y está lejos de la obra original.
Termino recordando que la célebre película que definió el género de vampiros sigue atrayendo a un público joven que puede verla con más accesibilidad gracias a plataformas audiovisuales como YouTube, ya que este género continúa impactando a directores y productores del mundo. En palabras del director de cine argentino Bebe Kamin, “no hay un solo director de cine que en el fondo de su corazón no quiera hacer una película de vampiros”. Y es que el célebre vampiro cinematográfico cumple un siglo convertido en un clásico ineludible y acompañado de una leyenda negra empecinada en no desaparecer.
FOTOS: INTERNET